Una silla vacía

SANTIAGO GONZÁLEZ-El MUNDO

 

Seguramente Pedro Sánchez ha llevado las cosas más lejos de donde podía, pero hay que comprenderle. Un tío que le echó este par en la moción de censura para suceder a Rajoy en La Moncloa: «Lo que hay en Europa son gobiernos, por ejemplo, como en Alemania, donde hay personas que han desempeñado responsabilidades ministeriales y se les ha descubierto que han plagiado una tesis y lo que han hecho ha sido dimitir». Carmen Calvo diría en su defensa que él desempeña responsabilidades presidenciales, un ministro es otra cosa. Por otra parte, en el año del fraude, Sánchez no era todavía presidente del Gobierno.

Esto explica mucho. Sánchez no era presidente cuando exigía a Rajoy, que sí lo era, un debate cara a cara con descalificación para ser presidente del Gobierno. Rajoy accedió al cara a cara. Ahora que Sánchez ya es presidente es lógico que se lo pidan a él, pero contra el vicio de pedir está la virtud de no dar.

El doctor Fraude se ha soltado el refajo. Después de haber comprometido un debate a cinco candidatos en Atresmedia con la más que probable intención de apoyarse en Vox para lidiar contra esa alegoría de la Trinidad que adivina él en la derecha española: tres siglas distintas y una sola derecha verdadera, la Junta Electoral, en una decisión discutible, ha bajado a Vox del plató televisivo. Y si no puede estar con Vox prefiere que el debate a cuatro sea en su Televisión Española que regenta su Rosa Mª Mateo. La cosa se complica cuando además pretende que el debate tenga lugar el mismo día que los cinco candidatos habían acordado con Atresmedia.

El argumento es sonrojante: el martes 23 es el único día de la campaña compatible con su agenda. ¿Y qué tiene que hacer un candidato durante la campaña? Mítines en los pueblos, viajes al extranjero, qué sé yo. Un solo detalle: en todos los ires y venires del Falcon por el mundo no se ha concretado un solo negocio para las empresas españolas. Podría haber argumentado que el 23 es el día del libro, una fecha muy señalada para blanquear su tesis y la autobiografía que le ha escrito Irene Lozano.

La administradora única ha dicho amén y ha cambiado la fecha a la programada por Atresmedia, en una actitud obsecuente hasta la abyección, que ha causado un rebote notable entre los trabajadores, con Franganillo y Xabier Fortes al frente de la protesta.

El doctor Sánchez no se baja del burro. Si Casado, Rivera e Iglesias no quieren ir a su debate, que no vayan. Es más, seguramente prefiera que no vayan. Los debates lucen más cuando está uno solo. Se me antoja difícil que en el mismo pulso pueda doblar la mano a sus tres adversarios, a una cadena de televisión privada, con unos informativos mucho más vistos que los menguantes telediarios de Rosamari Mateo, y a Ana Pastor, que ya tenía hecho el vestido de la gala. Sus deseos los ha impuesto por la brava, pero tal vez haya ido demasiado lejos. Hasta Pablo Iglesias parecía un modelo de sentido común protestando a Sánchez. Lo suyo sería que Pastor y Vallés moderasen un debate a tres, con una silla vacía para señalar la ausencia del candidato socialista. Aunque el vacío, según dijo aproximadamente Machado, lo tiene el candidato más bien en la cabeza.