A dos meses

ABC 27/02/17
GABRIEL ALBIAC

· A dos meses de las presidenciales, Marine Le Pen sobrevuela el barullo. Va ganando

Ados meses de la presidenciales, Francia descubre, con estupor, que no tiene un candidato democrático claro. Que, por primera vez desde que el general De Gaulle constituyera la Vª República, el único paso seguro a la segunda vuelta es el de una candidata a la cual todo el mundo se esfuerza en llamar populista para eludir la angustia de confesar que, en la Francia de 2017, algo que se parece como un calco al fascismo de entreguerras tiene todas las posibilidades de ganar las elecciones.

La presidencia, en Francia, no se asemeja a nada que rija en el resto de las democracias europeas. Sus poderes ejecutivos fueron elevados por De Gaulle al máximo posible. Se trataba de acabar, de este modo, con aquella permanente inestabilidad de su predecesora, una IVª República llena de nombres brillantes e incapaz de acometer medida eficaz alguna: 34 primeros ministros y 28 gobiernos se suceden entre 1946 y 1958; sólo dos de ellos duran más de un año.

El blindaje constitucional de la Vª República se asentó sobre dos principios: a) el poder casi ilimitado del presidente lo hace, en lo material y en lo simbólico, un monarca absoluto, aunque transitorio; b) reducidos a dos los candidatos por la primera vuelta de las elecciones, el voto de la segunda fuerza necesariamente al ganador a disponer de una mayoría absoluta, sobre la cual su representatividad queda blindada. El resultado es una presidencia tan autoritaria cuanto prestigiosa ante los ciudadanos. Al mismo tiempo, la separación de elecciones parlamentarias y presidenciales garantiza la autonomía completa de los poderes legislativo y ejecutivo. Es una diferencia sustancial con lo que sucede en modelos que, como el nuestro, ponen en manos del Parlamento la potestad de nombrar el jefe del gobierno, diluyendo así sus funciones de contrapeso mutuo.

Desde el lejano inicio de los años ochenta, cuando François Mitterrand maquinó la promoción de Jean-Marie Le Pen para erosionar el voto de los conservadores, el modelo se ha ido cuarteando. Pero ha resistido. En la segunda vuelta, invariablemente, derecha e izquierda cerraban las filas «republicanas» frente a cualquier embate del Frente Nacional. Hace tiempo que el FN es el partido mayoritario en Francia. Pero nunca, hasta hoy, esa mayoría había llegado a ser lo bastante grande como para imponerse a la suma de sus adversarios en la segunda vuelta resolutoria.

Hollande es el primer presidente de la Vª República que ha renunciado a intentar siquiera ser reelegido. Sarkozy ha sido liquidado por su financiación oscura. El piadoso Fillon lo fue demasiado con su propia familia. Hamon es más un chascarrillo que un candidato… Queda Macron, a quien los que fueron hasta hace unos meses sus socios socialistas profesan un odio homérico…

A dos meses de las presidenciales, Marine Le Pen sobrevuela el barullo. Va ganando. No ha tenido siquiera que mover un dedo. Sus adversarios lo han hecho todo por ella. Y el referéndum para sacar a Francia de la UE comienza a ser verosímil.