Ahí llega la señora

EL MUNDO 09/05/17
ARCADI ESPADA

EL 14 de diciembre de 1995 Marta Ferrusola escribía a su bancario andorrano: «Reverendo mosén, soy la madre superiora de la congregación, desearía que traspasara dos misales de mi biblioteca a la biblioteca del capellán de la parroquia, él ya le dirá dónde se han de colocar. Muy agradecida. Marta». La carta está escrita en catalán, con numerosas faltas de ortografía. Los dos misales son dos millones, las bibliotecas, cuentas corrientes y el capellán, presuntamente, su hijo Jordi. Más que la jefa de la organización criminal parece la recadera. Y su supuesto lenguaje en clave anacleta, puro cachondeo, expresión grotesca de su impunidad ante los hombres y ¡ante dios! La firmante era la mujer del presidente de la Generalitat en ejercicio, Jordi Pujol, y esa carta probaba que disponía de dinero fuera de España y fuera, probablemente, del control tributario.

La edición de La Vanguardia de ese mismo día 14 da cuenta del inicio de la sesión de investidura de su marido como presidente. En la página 12 aparece Ferrusola fotografiada en la tribuna de invitados del Parlamento, erguida y atenta. Y el cronista Carol, hoy director, escribe sobre la circunstancia: «Ahí llega la señora’, proclamó un ujier, que recibía instrucciones de la responsable de protocolo. Marta Ferrusola quiso estar al lado de su esposo para darle la moral de victoria que el 41% de los votos no le ha acabado de insuflar». Esto está explicado en los periódicos el día 14 pero, lógicamente, pasó un día antes.

Lo que pasó el mismo día en que Ferrusola fecha su carta al reverendo mosén de la Banca Reig lo explica La Vanguardia del día 15. «[Rafael Ribó, el portavoz comunista] pidió a Jordi Pujol un compromiso para acabar con la corrupción y las irregularidades que hay en el entorno del Gobierno (…) Pujol se comprometió a que la administración de la Generalitat sea lo más honesta posible y, a su vez, pidió el compromiso de que no se ataque sistemáticamente y sin base a la honorabilidad de las personas». Es una lástima que no dispongamos de la hora en que Ferrusola escribió su carta, para saber si fue antes, después o incluso durante.

Cierto, bienaventurado Lippmann, si es que fuiste tú el que dijo la ínclita frase: las crónicas de los periódicos envolverán el pescado del día siguiente. Y nos devolverán así el auténtico olor podrido del tiempo. Siempre fue mucho peor lo que los Pujol decían que lo que hacían.