Año nuevo… política vieja

Teodoro León Gross-El País

PP y PSOE no se proponen colaborar PP y PSOE no se proponen colaborar con Ciudadanos, sino debilitarlocon Ciudadanos, sino debilitarlo

  Arrimadas tal vez deba plantearse ir a la investidura, o no, pero hay algo seguro: el PP carece de autoridad moral para reclamarle que lo haga. El ejercicio de cinismo de los líderes de Génova 13, en su versión 13 Génova del Percebe, es de traca, con la memoria aún fresca del renuncio de Rajoy en 2016. “No estoy en condiciones porque no sólo no tengo una mayoría de votos a favor, sino que tengo una mayoría absoluta en contra”, decía Rajoy, jaleado por la banda de los Hernando, Maíllo y Casado que ahora se ponen estupendos. Y Arrimadas no tiene la carta, como Rajoy, de una segunda vuelta.

Esa es sólo una de las imposturas que, va de suyo, no van a cambiar en 2018 al grito de Año nuevo, política nueva. Nada de eso. El 1 de enero, al despertar, el dinosaurio seguirá allí. O más bien todo el Parque Jurásico. La coreografía teatral de los actores en el escenario de la política española, marcada sobre todo por el procés y la corrupción, va a cambiar poco. Realmente no es muy alentador.

Sí, lo de Arrimadas sólo es una de tantas imposturas. Ahí está la idea de Forcadell para el Parlament, tras su paso por la prisión, con el mensaje puigdemoniaco de mantener la unilateralidad, o al menos la hoja de ruta de golpes de efecto. Forcadell es uno de los mitos de la etapa definitiva del Procés I: pasar de la alegalidad a la ilegalidad.

El mensaje es que el 155 sólo sea un ataque transitorio de legalidad. Ahí Ciudadanos sí se propone plantar cara, pero de momento no se ve apoyo. En definitiva, PP y PSOE no se proponen colaborar con Ciudadanos, sino debilitarlo. Todo es así de loco. Al bloque constitucional, más que la fuerza de la Constitución, les preocupa su propia debilidad. Albiol está más quemado que el zippo de Colombo; y el PSOE, tras su campaña providencialista, experimenta el temor a que su leve incremento sólo haya sido lo que en Economía llaman “el rebote del gato muerto”. Al menos el PSOE sí había anticipado su deslealtad a Ciudadanos, acusándolos incluso de falangistas.

La otra opción en el Parlament es Doménech, que daría visibilidad al alineamiento de los Comunes: ellos, como el gato de Schrödinger, no son indepes pero sí lo son. Y ahí está Ada Colau con su lazo de fachada. Lo suyo es Tabarria, más que Tabarnia. Si se descuentan fugados y presos, son importantes para los indepes; aunque ya se verá si Doménech logra romper los bloques atrayendo al PSOE, porque a Sánchez le urge recuperar a Podemos tras el 155. De momento, Pedro el Contradictorio, Rey de la Nada, tiene por objetivo controlar a Rajoy, cuyo objetivo es controlar a Rivera para sacar sus presupuestos tras abandonar a todas las comunidades sin la financiación vendiendo su alma al PNV. La formación de Gobierno en Cataluña no será fácil, aunque habrá investidura, como en enero de 2016, tras semanas de imposturas y postureo. La opción telemática es el penúltimo esperpento del Procés II a la altura del Procés I: cambiar las normas a la carta sobre la marcha. Claro que a los suyos no les va a impresionar a estas alturas un fraude de lesa democracia más. La negociación con la CUP se abarata: necesitan un diputado para los privilegios de grupo parlamentario. Entretanto se mantiene el pulso entre el fugado y el preso, escenografía gloriosa para elegir Molt Honorable.

¿No es para votarlos a todos una y otra vez?

En fin, al final del año sólo apetece decirles como en un fin de fiesta:

—Venga, la última… y váyanse a casa.