Ante la radicalización separatista, Rajoy modera su moderación

LIBERTAD DIGITAL 17/07/17
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

· Lo que pasa con esta Sociedad de amigos de la Siesta es que nos están tranquilizando tanto de mentira que empezamos a intranquilizarnos de verdad.

Pasan tantas cosas en España y pasan tan rápido las malas que ya nos hemos olvidado del aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, que se ha saldado con el éxito rotundo de sus asesinos gracias a la consensuada cobardía de los miedócratas. El acuerdo para sacrificar de nuevo a las víctimas de la ETA en el ara del pacto del Gobierno con el PNV es total e incondicional. Catalá pondrá en libertad, poco a poco o mucho a mucho, a todos los asesinos y, mientras los suelta, los irá acercando a la puerta de casa, para asustar a los que ya asustaban y hacerse a la idea del homenaje merecidísimo que les espera. A las víctimas profesionales, heroínas de la subvención, que trincan hasta del PNV, se les subirá el reconocimiento de su constructivo silencio. Y las que ni cobran ni se callan, se jorobarán. Ha dicho Mariano que Urkullu es un ejemplo para Puigdemont, así que chitón.

La purga de los purgantes cargantes
El agradecimiento de Rajoy es siempre interesado e instantáneo, así que el elogio al jefe del partido racista y separatista fundado por los Arana se debe al mismo impulso que le llevaba a elogiar al nacionalismo catalán, -de profesión, cobrar su moderación-, frente al atroz radicalismo del PNV, de vocación y profesión sus pactos con la ETA, hace muy pocos años. Pero va siempre tan justo de fuerzas Mariano que le basta un relevo en la cabeza del golpismo antiespañol para que agradezca al que se queda detrás que no pase delante. Ve algo o a alguien frenarse y enseguida se identifica con él. El día que descubra al turolense Miguel de Molinos y su doctrina quietista, entrará en éxtasis y, sin prisas, dejando un leve aroma a nada, se evaporará.

Pero la purga de los anteayer purgantes en la Generalidad de la ayer CiU, ha aumentado el afán de Rajoy por premiar, siquiera con adjetivos, a los que, siendo tan antiespañoles como la Esquerra, la CUP y los pedecatos cocomochistas, no se dan tanta prisa en manifestarlo. No se les pide que cambien de costumbre o de dirección, tan sólo que no corran. Y, sobre todo, que no corran juntos. La verdad es que viendo a Podemos y al PSOE corriendo junto a los velocistas del Prusés, ¿qué prisa va a tener el PNV?

Mientras, Rajoy ya ha puesto en marcha su famosa máquina de parar y está claro que no dejará de detenerse si los demás no dejan de acelerar. Así lo ha hecho saber, de forma elocuente y contundente: «Haremos lo contrario que hacen los que quieren romperlo todo. Si violan la ley, nosotros la cumpliremos y la haremos cumplir. Si se deslizan por la peligrosa pendiente de la radicalidad, nosotros responderemos con la razonable fuerza de la ley, la sensatez y la moderación».

Lo que no sabemos es cómo hará lo que dice hará, porque la última vez que los otros hicieron algo parecido, el referéndum del 9N, él no hizo absolutamente nada. Dijo tres días antes que no iba a pasar absolutamente nada. Pasó. Como si no hubiera pasado. «No tiene ningún valor jurídico», dijo, y se quedó tan fresco. Luego trabajaron en la sombra fiscales al dente y jueces medio hechos para dejar a los golpistas sin más golpe judicial que algún pequeño coscorrón, cuando además yacían alejados del poder. ¿Para qué ensañarse con Mas, si ya lo habían devorado las fieras de la CUP?

En la guerra psicológica, hay que reconocer que Rajoy no tiene rival: ¿que los golpistas de la Generalidad se proclaman en abierta rebelión contra la Ley y el Estado que representan? Mariano les mantiene el sueldo. ¿Que declaran nulos la Constitución, el Estatuto de Autonomía, el vigía del Ejecutivo, léase Parlamento de Cataluña y la Ley Electoral para hacer otra? Mariano se muestra, «como siempre, abierto al diálogo». ¿Y la dialoguera Soraya? Algo menos que al abrir despacho en Barcelona, pero también. ¿Y el PP de Cataluña? ¡Bah! Albiol ha vuelto a decir que esto es un golpe de Estado, pero ya se sabe que Albiol pinta poco. Al lado de Millo, casi nada. Lo que importa es lo que diga el Gobierno. ¿Y qué ha dicho su portavoz? Pues que siguen permanentemente abiertos al diálogo, pero siempre desde la moderación, nunca desde la radicalidad. Eso, para otros, Ellos, quietos.

Los «algunos» algo «autoritarios»
Lo que pasa con esta Sociedad de amigos de la Siesta es que nos están tranquilizando tanto de mentira que empezamos a intranquilizarnos de verdad. Sobre todo porque hace un mes, por alguna razón que todavía desconocemos, se mostraron públicamente preocupados, más aún, muuuy preocupados, por la deriva radical y rupturista del nacionalismo catalán, al que incluso empezaron a llamar separatismo. Tremendo. Cinco ministerios, cinco, tocaron a rebato, y Soraya casi se quitó el zapato. Temimos lo peor: que Mariano se despertara. Afortunadamente, fue una falsa alarma. Unas horas después, de la Moncloa salía con toda claridad el «zzzzzz» de los durmientes de los antiguos tebeos, antes de que se despertaran cómics.

Ayer, mientras dormía, Rajoy dijo, sin embargo, algo que podría preocuparnos: «La deriva autoritaria que se está produciendo hoy por parte de algunos en Cataluña es algo que no había ocurrido en España desde hace décadas».

¿Quiénes son esos «algunos»? ¿Y de cuántas décadas hablamos? ¿Siete, o sea, desde 1937? ¿Tres y tres cuartos, o sea, desde que Pujol llegó al poder en 1980? ¿Y lo que hicieron los que hoy mandan en la Generalidad, los algunos de la CUP, cuando cercaron el Parlamento de Cataluña? ¿No fue un acto levemente «autoritario»? Tampoco es que el referéndum del 9N en contra del Constitucional fuera un acto de respeto a las leyes. Ni la manifestación contra el TC cuando afeitó ligeramente el nuevo Estatuto de Autonomía, precedida del editorial unánime del alguno Juliana. Pero si el Estatuto ya no rige, pelillos a la mar. Como Pujol no está, adiós a Pujol. Y como Mas es menos, dejémoslo en paz.

No nos asustes, Mariano
Lo que no debería hacer Rajoy es darnos estos sustos antes de las vacaciones, si es que puede distinguirlas del resto del año. Empieza uno a darle vueltas a frases como «La ley se va a cumplir, el Estado de derecho va a prevalecer y el referéndum no se va a celebrar» y puede temer que el Gobierno haga algo en defensa de la legalidad vigente. Se rompería así una línea de continuidad ejemplarmente horizontal que nos ha llevado a crear tantos empleos y a una tranquilidad que no viene de tranca sino de Tranquilium, jarabe monclovita para digestiones pesadas.

Es hora de que Rajoy rescate el fabuloso eslogan de 1986 de aquellos democristianos que vivían parasitando a Fraga: «Lo urgente es esperar». Esperaron en vano que les votaran, sí, pero sembraron el desconcierto. ¿Qué se radicaliza el separatismo? Pues a moderar la moderación y a ver quién se cansa antes: ellos del Golpe o nosotros de que nos golpeen. Lo que no debe hacer Mariano es invocar tan a menudo la Constitución, no sea que la gente crea que tarda en aplicarla y tengamos un disgusto.