Aterrizaje forzoso

ABC 24/10/16
IGNACIO CAMACHO

· El PSOE ha aterrizado en el pedregal de la realidad aferrado al mal menor y dando tumbos sobre las evidencias

EL mayor daño que Pedro Sánchez hizo al PSOE fue el de desanclarlo del principio de realidad. Su «no es no» era sólo un mantra destinado a protegerse de sus propios fracasos y a propiciar a espaldas de sus compañeros un pacto de Gobierno que lo convertía de facto en el candidato de Podemos. Pero tuvo éxito porque arrastró a muchos afiliados a una barricada emocional que camuflaba la ausencia de proyecto ideológico. Por eso la primera misión del nuevo grupo dirigente, tras arrebatarle el mando al secretario general en un motín bastante chapucero, consistía en un aterrizaje forzoso sobre el pedregal de las evidencias. Es lo que hizo ayer el Comité Federal entre tumbos y volteretas, aferrado a la teoría del mal menor y sin esbozar siquiera una ruta estratégica.

Entre otras cosas, porque aún no la tiene. Lo único que pretende la nueva mayoría orgánica es comprar tiempo evitando el embrollo de las nuevas elecciones. Los barones ni se molestaron en un debate que sabían ganado. Habían reunido fuerzas y dejaron que los disidentes coparan la discusión. Page, Lambán y Puig –aliados con Podemos en sus territorios– no hablaron y Susana Díaz evitó pronunciar la palabra «abstención» en su alegato. Todos ellos son rehenes de su pasividad ante Sánchez, de haber rehusado durante meses exponer con coraje su verdadero criterio. Así ha sido hasta el último momento y así llegan a la investidura con una postura vergonzante que apenas han defendido teniendo sobradas razones para hacerlo.

En las tres semanas transcurridas desde el «golpe de partido», la dirección interina ha perdido la iniciativa. Tratando de enfriar la crudeza del derrocamiento ha dejado fluir la resistencia sanchista. Salvo excepciones –Vara, Fernández y algunos tardorrubalcabistas– no han expuesto argumentos; han renunciado a la convicción para pasar cuanto antes el mal trago y llegar sin más desgaste a la fase de reorganización efectiva. La tienen más cuesta arriba de lo que creen porque han permitido el ataque frontal de Iglesias, hay un cisma latente con el PSC y los partidarios del «no» se han cohesionado en una coalición crítica.

La adecuación al principio de realidad requiere algo más que beberse la cicuta de la abstención y a continuación declararle la guerra sin cuartel a Rajoy para hacerse perdonar el pecado original. La socialdemocracia necesita identificar en la situación una oportunidad de recuperar su tradición de partido de Estado. El futuro liderazgo tiene que trazar una estrategia, asentar un modelo de nación, proponer a la sociedad ideas en vez de consignas. Y sacudirse el complejo de empatía radical que paralizó el mandato de Sánchez. Creer de nuevo en un proyecto autónomo sin contaminaciones de populismo. Porque puede que los hijos de sus votantes, como dice Borrell, se hayan hecho de Podemos, pero siempre ha sido obligación de los padres enseñarles el buen camino.