Atrás, harapientos

EL MUNDO 11/05/17
ARCADI ESPADA

TAL VEZ la única consecuencia grave y concreta de la política harapienta de estos últimos años acabe siendo el Brexit. Ha ganado Macron en Francia, es probable que gane Renzi en Italia y Alemania seguirá firme en cualquiera de los dos casos socialdemócratas, el femenino de Merkel o el masculino de Schulz. Y por lo que afecta a España la buena fortuna patriótica es que ninguno de esos tres primarios socialistas parece capaz de arrebatarle al presidente Rajoy la capacidad de gobernar, sea como hasta ahora, sea con unas elecciones anticipadas. Es verdad que permanece el foco harapiento catalán, pero la completa extirpación del mal no solo es sospechosa sino inconveniente.

La apabullante victoria del frente de la razón en Francia ha acabado de golpe con el ciclo bajo del europeísmo. Nunca, desde Mitterrand, incluido aquel Mitterrand crepuscular de Estrasburgo: «Le nationalisme est la guerre», había ganado unas elecciones en Francia con un mensaje tan nítidamente europeísta. El euroescepticismo ha perdido absolutamente, y en una proporción que no deja lugar alguno a la duda. El corte de la elección francesa no se adaptaba en esta ocasión a las viejas, falsas y rimbombantes izquierda y derecha, sino a la elección entre una sociedad cerrada y otra abierta, entre la melancolía fija del terroir o la tensión irresuelta de las banlieues. Nunca Francia se había confundido con Europa de un modo comparable. No es que Macron haya hecho trizas al populismo; es que ha llegado a evaporar electoralmente a su favor la part des anges, que en la política francesa es siempre el receloso y arrogante gaullismo.

No es probable que en Gran Bretaña llegue a cuajar a tiempo de estas próximas elecciones un movimiento que aunando los liberales, la disidencia del delirio laborista y el voto táctico (si en mi distrito no puede ganar mi amigo votaré por el que más daño haga a mi enemigo) dé representación política al 48% de británicos que votaron por el remain. Pero si no es ahora, tarde o temprano acabará cuajando. Nick Clegg, Tony Blair y Gina Miller –esta mujer admirable que denunciando a Theresa May logró devolver el poder a los parlamentarios… ¡para que lo desperdiciaran impunemente!– acabarán encontrándose consigo mismos y con sus ciudadanos. Solo es preciso darles tiempo. Si Europa permanece, no habrá Brexit. Ni duro ni blando. Sin exit no hay brexit.