Santiago González-El Mundo

 BEA Talegón, que se autodefine como abogada, criticaba a Hermann Tertsch por calificar de ‘golpistas’ a los golpistas catalanes: «Este señor necesita que le lean el auto y las imputaciones. En su delirio ya ve ‘golpes de estado’ por todas partes. Sepa usted que se les acusa de sedición, rebelión y malversación». Esta pobre chica ignora que los tipos delictivos bajo los que se recoge en el Código Penal el golpe de Estado son precisamente los de rebelión y sedición. El C.P. no recoge el golpe de Estado como delito. Y eso no es de ahora.

  Lluís Companys dio un golpe en 1934, al proclamar el Estat Català el 6 de octubre. Fue condenado a 30 años de cárcel el 6 de junio de 1935 por el Tribunal de Garantías Constitucionales de la República por un delito de rebelión. Los 33 acusados por el golpe de estado del 23-F fueron condenados en consejo de guerra a distintas penas por rebelión militar. El único civil, Juan García Carrés, fue condenado a dos años por conspiración para la rebelión. 

El mismo día de Nochebuena confundía mi Talegón el culo con las témporas: «Hubo un tiempo en que ser homosexual en España era delito. En otros países no. Los más progresistas lo denunciaban (dentro de las posibilidades) y sabían que era injusto. Los afines al régimen lo consideraban un delito y algo aberrante. Hoy tenemos 4 presos políticos». A qué régimen, habría que preguntar. «Cuba no es una dictadura», ha piado repetidamente esta criatura. «Nuestra sociedad no puede dar cabida a esta degeneración», dijo Fidel en un discurso el 13 de marzo del 63. El Consejo Nacional de Cultura y Educación de 1971 estableció que «la homosexualidad es una desviación incompatible con la Revolución». ¿Le sonarán a esta nínfula los nombres de Virgilio Piñera, Lezama Lima, Antón Arrufat, Severo Sarduy y Reinaldo Arenas? Todos grandes escritores represaliados por el régimen. Por ‘mariconsones’, diría el Comandante en Jefe. Es al revés, Bea: los de Estremera y Soto del Real no son presos políticos. Cuba sí es una dictadura. 

El franquismo los incluyó en la Ley de Vagos y Maleantes, que elaboró en 1933 Luis Jiménez de Asúa, eminencia del Derecho Penal de la República, que creó campos de concentración para los huéspedes de ‘la Gandula’: en Figueras, Alcalá de Henares y Lanzarote. 

Las redes sociales son un campo privilegiado para el rebuzno de la clase media-baja.