Bélgica busca a los terroristas en plena crisis de Gobierno

EL MUNDO – 25/03/16

· El primer ministro rechaza la dimisión de los titulares de Justicia e Interior.
· Rebaja el nivel de alerta antiterrorista pese a la psicosis por los atentadosSeis sospechosos detenidos.

Confusión, descoordinación y una crisis política mayúscula. En plena operación para cazar a los responsables de los atentados, el Gobierno que lidera Charles Michel se tambalea. Dos ministros clave, el de Justicia y el de Interior, presentaron su dimisión ante la cascada de errores en seguridad, pero el primer ministro las rechazó para no descabezar dos departamentos esenciales en las horas más negras de la historia reciente del país. A última hora de ayer, la policía belga detuvo a 6 sospechosos en varias operaciones en Jette y Schaerbeek.

La policía tiene identificados a tres terroristas suicidas, los hermanos Khalid e Ibrahim El Bakraoui y a Nayim Laachroui, que explotaron en la estación de metro de Maelbeek y el aeropuerto, respectivamente. Pero aparentemente no a otros dos varones. Uno sería el hombre de ropa clara, gafas y un sombrero en la cabeza que aparece en las imágenes del circuito cerrado de vigilancia de Zaventem. El segundo habría ayudado a Khalid a detonar los explosivos en la estación del metro. Según fuentes policiales citadas por los medios locales, las cámaras de la estación mostrarían claramente a un segundo sujeto hablando con el suicida en el andén, portando una mochila o maleta de gran tamaño y retirándose después, antes de la deflagración.

Las fuerzas de seguridad trabajan contrarreloj para cerrar el cerco, pero la confusión es máxima. Al cierre de esta edición no había trascendido la identidad de ninguno de los seis detenidos en las operaciones policiales realizadas en los barrios de Jette y Schaerbeek. Los registros efectuados en las viviendas de los dos hermanos «resultaron negativos», según la Fiscalía Federal.

Horas antes de hacerse públicas las detenciones, a las 19.30, el Gobierno aceptó la recomendación del centro de gestión de alertas, la OCAM, y bajó el nivel de alerta desde el 4, el máximo, hasta el 3, el mismo que había antes de los atentados. Una decisión que dejó más preocupados que estupefactos a millones de ciudadanos, pese a que implica «amenazas serias posibles y probables», si bien «no inminentes».

El caos es patente y la tormenta política, gigantesca, y más tras presentar dos ministros clave, el de Interior y viceprimer ministro, Jan Jambon, y el de Justicia, Koen Geens, sus renuncias. Existen motivos más que suficientes para comprender e incluso pedir la dimisión de ambos. Por los fallos de seguridad y la falta de protocolos efectivos, por el escándalo tras conocerse que los hermanos El Bakraoui estaban en las listas de vigilancia de terroristas de EEUU, que Ibrahim el Bakraoui –que fue expulsado hasta en dos ocasiones de Turquía y deportado– no fue detenido ni interrogado. O por las filtraciones sobre las investigaciones. O porque Abdeslam sólo fue interrogado durante 60 minutos desde su arresto el viernes hasta los atentados, pese a haber encontrado armas y detonadores, «porque parecía muy cansado tras la operación», según fuentes citadas por Politico, incluyendo a su abogado.

Los ministros han admitido «fallos importantes» en la gestión del expediente de El Bakraoui y «en la transmisión de información entre los funcionarios belgas». Pero el primer ministro, Charles Michel, no puede aceptar las dimisiones. Por dos razones. La primera, operativa, pues descabezaría los departamentos que deben resolver de forma lo más rápida y eficaz posible una situación que les desborda. «El primer ministro nos ha pedido que sigamos en el puesto y asumamos la responsabilidad en estos momentos difíciles, y es lo que haremos», aseguró Geens.

La segunda razón es política. El Gobierno belga es de coalición. El primer ministro es un liberal francófono, y su partido, Mouvement Rèformateur, fue la quinta fuerza más votada. En el Ejecutivo hay tres formaciones flamencas, entre ellas una nacionalista de derechas, la más potente, y a la que pertenece Jambon. Cualquier cambio podría provocar una crisis y la caída.

¿Qué lleva a un país en esa situación a rebajar el nivel de alerta? Por un lado que no hay medios materiales para mantener el 4, a pesar de las circunstancias. No hay suficientes policías para vigilar todo lo que debe ser vigilado, no se puede cerrar el metro todos los días a las 19.00 horas, mantener inoperativos los edificios clave de la ciudad ni retrasar cada día hasta 30 minutos la entrada de los ciudadanos en las estaciones.

La segunda, que quizás el silencio de la Fiscalía durante gran parte de la jornada indique que hay informaciones mucho más concretas sobre los sospechosos. Por ejemplo, como apuntan algunas fuentes europeas, que quizás hubieran de hecho fallecido. Hay todavía varios restos sin identificar y hasta cuatro heridos no llevan documentación ni nadie ha preguntado por ellos. Al no desmentir las noticias que apuntan a los dos sospechosos, explican a este diario funcionarios públicos, se buscaría generar una sensación de confianza entre los restos de la célula que puedan estar operativos. Para intentar acorralarlos y para que no ocurra como el martes y que ante la presión decidan adelantar posibles ataques.

Mientras, la Justicia tiene sus ojos puestos en Abdeslam. Según fuentes policiales de media docena de medios, él junto a dos de sus cómplices, Mohamed Belkaid (abatido el día 15) o Mohamed Arini (todavía en paradero desconocido) habría estado preparando ataques muy similares a los de París para la capital belga, con armas automáticas y explosivos. La conexión entre lo ocurrido en la capital gala y la belga quedó ayer del todo probada, tras admitir la Fiscalía que Khalid alquiló, con nombre falso, un piso en Charleroi, que usaron los comandos de Bataclan para prepararse.

Mientras tanto, la policía gala detuvo ayer a un hombre de nacionalidad francesa a las afueras de París, desmantelando así un proyecto de atentado en Francia que se encontraba en fase avanzada.

EL MUNDO – 25/03/16