Cambio de marea

ABC 26/10/16
JOSÉ MARÍA CARRASCAL

· Habrá algaradas, pero no podrán revertir el vuelco ocurrido en el que sigue siendo el principal partido de la oposición

CON su típico desdén hacia la democracia, la extrema izquierda advierte a Rajoy que le espera una asonada al ser reelegido. En la calle, no en el Congreso, que planea rodear. Sin descartar que echen las turbas contra la sede de la soberanía nacional, como ha hecho Maduro. ¡Y luego reprochan a Trump que no reconozca los resultados de unas elecciones si él no las gana! Ellos van más lejos: se creen con derecho a arrollarlas.

También los analistas que durante años declararon finito a Rajoy pronostican hoy una legislatura tan movida como corta, al enfrentarse no a una, sino a media docena de oposiciones –Podemos, sus convergencias, nacionalistas, secesionistas, incluso Ciudadanos, dispuesto a demostrar que no es una muleta del PP– disputándose cuál de ellas da más leña al mono, que es de goma. ¿Saben ustedes lo que pienso al respecto? Pues que vuelven a equivocarse. Habrá algaradas callejeras, veremos en el Congreso números de circo, bramarán en las televisiones y nos bombardearán desde los micrófonos. Pero no podrán revertir el vuelco ocurrido en el que, pese a todos los pesares, sigue siendo el principal partido de la oposición. Ha cambiado la marea, podríamos decir usando su lenguaje. Si Rajoy ha sido capaz de resistir diez meses como presidente interino, le va a ser bastante más fácil hacerlo como presidente efectivo. ¿Que va a pasar malos ratos? Sin duda. ¿Que incluso pueden impedir que gobierne? Seguro. Pero entonces habrá que hacerse la pregunta del millón, en el aire desde hace tiempo causando pánico: ¿quién tiene la culpa?

«Nada tiene más éxito que el éxito», dicen los anglosajones. Y «nada desgasta más que la oposición», añaden los italianos. Dos pueblos duchos en el arte de gobernar. ¿A quién iba a dañar más que Rajoy no pueda gobernar? ¿A quién iban a favorecer las algaradas callejeras, sobre todo si alcanzan el nivel de violencia de anteriores confrontaciones con las Fuerzas de Seguridad? Sospecho que más de uno o una sentiría nostalgia del «gobierno en funciones», cuando los únicos atascos eran los de tráfico y España seguía creciendo más que ningún otro país europeo. La gente está harta de que los políticos le pasen los problemas que no pueden resolver ellos. No dudo que Iglesias azuzará a sus brigadistas dentro y fuera del Congreso contra el gobierno en minoría (aunque se lo pensará antes de romper los pactos con el PSOE donde gobiernan juntos, porque dejarían de pisar moqueta), que los nacionalistas seguirán desafiándole y que Ciudadanos continuará con sus pellizcos de monja. Pero dudo que el PSOE continúe con el «no es no» después del batacazo que se ha dado. E incluso si Borrell surge como «esperanza blanca», no es Sánchez. Como hombre de Estado que ha demostrado ser sabe que, de querer disputar a Podemos la extrema izquierda, desaparecerá. Y, además, que también puede gobernarse desde la oposición.

Aunque nunca hay que olvidar nuestra querencia a suicidarnos si matamos al rival.