EL MUNDO

· Es la comunidad autónoma con mayor implantación de los movimientos radicales islámicos, según advierten los expertos.

En junio de 2015 el Gobierno decretó que España debía estar en alerta cuatro antiterrorista –en una escala de cinco niveles–. Desde entonces, e incluso antes, los Mossos d’Esquadra han solicitado de forma insistente en todas y cada una de las reuniones del CITCO, el Centro de Inteligencia Antiterrorista, que ese nivel se mantuviera sin ningún tipo de vacilación.

Las operaciones policiales que han venido realizando tanto ellos como el resto de las Fuerzas de Seguridad en Cataluña contra el yihadismo fundamentaban su alerta. Incluso hay expertos que sostienen que la única célula que, de verdad, se encontraba en condiciones de atentar en los últimos años cuando fue detectada, fue desarticulada precisamente en Cataluña. Así, los Mossos basaban sus temores en los datos técnicos de los que disponían –desde 2012 Madrid y Barcelona son las localidades que acumulan más detenciones de yihadistas con 26 y 50 detenidos respectivamente–, pero también en la evolución social que ha experimentado esta comunidad, que es la de mayor implantación de los movimientos salafista y tabligh en España.

Las Fuerzas de Seguridad tenían contabilizadas a mediados de 2015 hasta seis entidades clasificadas como islamistas radicales en Cataluña, cada una con su modo de organizarse y de sobrevivir en un esquema social y legal, el occidental, prácticamente incompatible con sus comportamientos y convicciones. E incompatible con la particular interpretación que los yihadistas realizan de los preceptos del Corán.

Unos años antes, Policía y Guardia Civil habían elaborado un listado de imanes radicales y seis de los 10 elegidos por su peligrosidad impartían sus directrices en Cataluña. Abdelwhab Houzi en Lérida; Jamal Dine en Sant Feliu de Llobregat; Mrabet Fahsi en Vilanova i la Geltru; Mohamed el Mimouni en Roses; Tabdelhamid Aim el Hyat en Reus; y Rachid Menda en Gerona.

El islamismo radical fue asentándose en Cataluña progresivamente, de forma alarmante para los expertos, hasta constituir un Estado dentro de un Estado, un sistema de normas propias de corte medieval que ignora y desprecia no sólo los usos y costumbres occidentales, sino la Constitución y cualquier directriz que contravenga su interpretación del Corán. Además, hace esfuerzos ingentes por extender su caldo de cultivo, al menos sobre el 7% de la población catalana que se reconoce musulmana.

El fenómeno ha venido siendo advertido por los expertos, que han puesto el foco en Cataluña especialmente, pero también en el arco mediterráneo, en Ceuta y Melilla y, en menor medida, en Madrid.

En cualquier caso, según las fuentes consultadas, ninguno de los informes de riesgo del Centro de Inteligencia Antiterrorista advertía de un atentado inminente. Este hecho no implica que desde el CITCO, desde el CNI, o desde los servicios de información de Guardia Civil y Policía, todos los expertos alertasen desde hace tiempo de que un ataque de estas características se podía producir. «Estaba claro. Con la labor preventiva hemos evitado algunos ataques, pero después de lo ocurrido en otras capitales europeas, un cálculo de posibilidades indicaba que aquí podía pasar», incidía ayer uno de los mayores expertos antiterroristas. Fue en Cataluña, pero bien es verdad que podía haberse producido en otro lugar.

Después de Francia, España ha sido, desde hace años, como ha advertido reiteradamente el Instituto Elcano, «el país más agresiva e insistentemente mencionado» por los líderes yihadistas. Al cumplirse el décimo aniversario del 11-M, un experto policial señalaba en este periódico la existencia de «una elevada posibilidad de que pueda producirse un atentado en España o contra los intereses españoles en el extranjero».

Empezaban entonces a marcharse ciudadanos españoles a Siria a luchar contra el régimen de Basar el Asad. Hace cuatro años, eran 16 los terroristas desplazados hasta allí; hoy, la cifra que se baraja es de 220, de los cuales 50 han muerto y 34 han retornado.

Según los expertos, el retroceso del Daesh en Siria e Irak ha hecho que los yihadistas se concentrasen en impulsar los atentados en ciudades europeas para que, entre otras cosas, los líderes occidentales se concentren en la defensa de sus países y dejasen de hostigarles. Los retornados constituyen una preocupación, pero no sólo ellos.

A principios de este año, este periódico informó de que los españoles desplazados allí pedían a los radicales aquí asentados que pasasen al ataque. «Atacad. ¿Qué más tiene que pasar para que paséis a la acción?. Detienen a nuestras mujeres y no hacéis nada. Os humillan y no hacéis nada». Esos eran los mensajes. Los expertos calculaban que un centenar de radicalizados en nuestro país –800 de los cuales estaban controlados– podría ser susceptible de actuar ante dicho llamamiento.

Temían la acción de un lobo solitario, pero reconocían que su mayor temor era que un grupo efectuase un ataque planificado. El último informe confidencial publicado por EL MUNDO en enero alertaba de la posibilidad de que las células existentes en nuestro país «se vuelvan operativas, bien autónomamente o bien dirigidas y controladas remotamente desde zona de conflicto». Detectaban un «repunte, en la propaganda yihadista, del concepto histórico de Al Andalus como elemento unificador».

Desde el ataque en París contra Charlie Hebdo los agentes españoles han ido aprendiendo de cada atentado. Han cambiado su mentalidad, se han dotado de armas más potentes… Pero, al parecer, la seguridad total es imposible.