Miquel Giménez-Vozpópuli

Agresiones a las puertas de los Premios Princesa de Gerona. Recibió Josep Bou, concejal del PP en el Ayuntamiento de Barcelona, y también Antonio Castañer, empresario con ocho apellidos catalanes

Si no eres de su secta, da igual que te apellides Castañer que Giménez. Para esta horda de nazis envalentonados todo sirve si de coaccionar a los que no participan de su locura se trata. A Josep Bou le escupieron, le zarandearon, le insultaron. Su delito: proclamar que se siente tan catalán como español, cosa que hace a los lazis lanzar espumarajos por sus bocas hechas tan solo a lo soez y al mantra supremacista. 

No contentos, a Castañer llegaron a propinarle un puñetazo. Delante de su familia, para que sirva de advertencia, claro. Cien facsímiles de seres humanos lo rodearon – con la cara tapada, he ahí su valentía y coraje – y, tras dedicarle algunas lindezas tales como “maricón”, “fascista” o “hijo de puta”, pasaron a empujarle, a propinarle patadas y a, finalmente, a largarle un puñetazo en plena cara. Señalemos dos aspectos: Castañer es uno de los empresarios del calzado más importantes del país que se ha especializado en… ¡las catalanísimas espardenyes! Al final, acudió un policía, uno, y se llevaron a don Antonio y a su familia sin detener a nadie, claro. Es lo que tiene el derecho a la libre manifestación y el que la tartavoz del Govern, la inefable señora Budó, afirme en conferencia de prensa que, citamos textualmente, “No visualizo una imagen concreta de nadie agrediendo a ninguna persona”. Que Dios le conserve la oreja, porque la vista la tiene usted irremediablemente perdida.

Que la empresa de Castañer date del lejanísimo 1776 les da lo mismo a estos bestias, igual que les importa un higo que la empresa de Castañer sea colaboradora de Yves Sant Laurent, que sus espardenyes se las hayan calzado el mismísimo Dalí, Cary Grant, Grace Kelly o Catherine Deneuve. Como son unos vagos, hijos de la subvención neoconvergente, menosprecian a quien ha sabido llevar un negocio netamente catalán a París, Miami, Tokio, Shanghái o Singapur, que tenga presencia en más de 35 países o que cuente con más de 800 puestos de venta en el mundo. Hay que ser muy imbécil, cretino, fascista y tener tal cantidad de pus totalitaria que te rezume por las orejas para agredir a nadie, pero más a alguien con un currículum que cualquiera apreciaría en lo que vale.

No basta con tener ocho apellidos catalanes. Si no lames las botas del fugadísimo o de su valido, eres carne de cañón

 

Castañer tiene más de ocho apellidos catalanes y bien podemos decir que es un catalán universal, de esos que esta tierra de siervos del cacique suele prodigar, siquiera para compensar la simiesca condición de los primeros. Que sean especialmente agresivos con Bou, empresario de éxito en el ramo de las panaderías, o con Castañer, demuestra a las claras lo que pretenden: una república en la que la mayoría vayamos descalzos y no tengamos siquiera un trozo de pan que llevarnos a la boca.

Pero como la señora Budó dice que no lo ve, Sánchez mira hacia otro lado, Iceta baila canciones de Queen y los mil guardias civiles acantonados en los muelles de Barcelona solo han sido movilizados cuando Pedrito hizo una visita de médico a la Ciudad Condal, aquí no ha sucedido nada y a otra cosa, mariposa.

No basta con tener ocho apellidos catalanes. Si no lames las botas del fugadísimo o de su valido, eres carne de cañón. Eso sí, diálogo, mucho diálogo, nos dicen.