Tonia Etxarri-El Correo

El Congreso de los Diputados votará de nuevo este jueves la senda de estabilidad. Con los mismos objetivos de déficit que el Gobierno presentó en julio y que fueron rechazados por PP, Vox y Junts. Dado el fracaso de la negociación ‘in extremis’ que ha vuelto a protagonizar el socialista Santos Cerdán en su entrevista con Puigdemont en Suiza y al margen del Parlamento, todo apunta a un nuevo fracaso de Pedro Sánchez en la Cámara baja si los tres grupos persisten en su negativa. Como los objetivos de estabilidad son un paso previo a la elaboración de las cuentas públicas, resulta simple despejar esta regla de tres. Si los socios del gobierno de Sánchez no dan su visto bueno, son ellos, los independentistas catalanes quienes decidirán si esta legislatura va a tener presupuestos o no. Un panorama incierto para Pedro Sánchez que, a pesar de intentar restar importancia a su situación de extrema debilidad, ha corrido a apurar los márgenes de tiempo negociando con un Puigdemont –muy contrariado desde el pacto de los socialistas con ERC y pendiente de la aplicación de esa amnistía que no le llega– por si pudiera revertir su actitud de oposición. Porque es él, y no el PP, quien hará decantar, con sus siete votos en el Congreso, la balanza de la mayoría parlamentaria. Ayer Turull se reafirmó en el ‘no’ de Junts, pero siguen negociando.

El caso es que el Gobierno no sabe cómo salir del atolladero. Lo único que se le ocurre al PSOE es arremeter contra Feijóo, que no contra Puigdemont, dejando al descubierto su contrariedad ante una posible nueva derrota parlamentaria. La intervención de la portavoz Esther Peña no pudo revelar mayor impotencia cuando descargó su frustración contra Feijóo retratándole como «un cuñado cenizo, tristón, con un punto de amargura que te dice que la vida da asco». Literal. Además de añadir que el líder de la oposición es «mediocre, egoísta y menguante». Este es el nivel. A la altura de aquel diputado socialista madrileño que dijo que el PP tiene envidia de Sánchez porque está bueno. ¿Quiénes, de sus 900 asesores, le hacen el guion propio de seriales televisivos de media tarde?

En el PP hacen acuse de recibo de los insultos. Pero Feijóo no piensa entrar en esa espiral, aunque a veces González Pons se pase de frenada. A diferencia del PSOE, en donde danzan todos al mismo ritmo que marca la flauta de Pedro Sánchez, el PP tendrá que pulir su unidad de acción y afinar su capacidad de reacción. Y estar preparados para cuando los socios le demuestren a Sánchez que sin ellos no puede ir a ningún lado, a pesar de su soberbia y su desprecio al Parlamento. Si quiere seguir, sin presupuestos, es debido, entre otras cosas, a que no tiene encuestas favorables. ¿Convocar para perder? ¿Para que gane Feijóo? No es su opción aunque, en ese supuesto, tendría una baza a su favor. Que la derecha gane pero que no sea capaz de lograr una mayoría suficiente para gobernar. Porque él podrá convocar elecciones. Y perderlas, de nuevo. Pero si el PP no logra volver a ganar, esta vez con una mayoría de 176 diputados, habrá Sánchez ‘forever’.