Juanma Romero-El Confidencial

Los diputados Soraya Rodríguez y José María Barreda achacan a la estrategia de distensión con Cataluña la debacle de las andaluzas. La dirección pide no «comprar» los argumentos de la derecha

No se puede hablar de «bronca», ni de tensión ni de choque. Sí de «desahogo«. De expresión, que va más allá de lo anecdótico de unas pocas intervenciones, de la honda preocupación y el estado de alarma que anida en el PSOE tras la debacle de las elecciones andaluzas del 2-D. Los socialistas todavía están encajando una bofetada que nadie en las alturas esperaba y que acabará descabalgando, casi con seguridad, a Susana Díaz de la Junta, y están repasando su estrategia cuando apenas quedan cinco meses para los comicios autonómicos, municipales y europeos. Mientras, cunde el temor al contagio, a que la ola que aupó inesperadamente a Vox, a lomos del discurso de confrontación territorial —aunque no solo—, acabe castigando a los candidatos del 26-M y que se traduzca en una pérdida de poder. Inquieta, pues, la relación con Cataluña, hasta tal punto que el Gobierno está intentando reconducir su política, trasladando una mayor firmeza hacia los independentistas. Las nuevas cartas con las que pretende jugar tras el 2-D, en este ambiente de nerviosismo interno, las dará a conocer este miércoles en la Cámara Baja el presidente y líder del PSOE, Pedro Sánchez.

Ese estado de ánimo de desasosiego afloró en la reunión de este martes del Grupo Socialista en el Congreso. Algunos diputados críticos con la dirección —la exportavoz parlamentaria Soraya Rodríguez, el expresidente manchego José María Barreda y, de un modo distinto, el andaluz Antonio Pradas— dejaron entrever, de manera más o menos explícita, su preocupación por la estrategia seguida con Cataluña y cómo puede lastrar al conjunto del partido en las siguientes citas electorales. Por eso se oyó, a puerta cerrada, la petición de «reflexión» a la cúpula, o el temor a que el 2-D sea solo el principio de un tsunami mayor, a que pueda haber más «réplicas» en el resto de España. La dirección del grupo, encabezada por la asturiana Adriana Lastra y el jiennense Felipe Sicilia, insistió en que el hundimiento del PSOE en las andaluzas obedece a múltiples factores, no solo a uno, y pidió a sus compañeros que no «compraran» el discurso de las derechas, y que lo que ahora toca es remar todos unidos en el mismo barco.

Todo comenzó mediada la reunión. La cúpula explicó primero el sentido del voto en las iniciativas del pleno de esta semana y luego siguió contando algunos detalles de la copa de Navidad de los diputados socialistas. Entonces intervino Soraya Rodríguez, para demandar a la dirección —Lastra es también vicesecretaria general del partido— una «valoración política» sobre los resultados de las andaluzas, que no concebía que en la primera cita del grupo tras los comicios no se hablara de lo ocurrido en las urnas. Todo «con buen tono». La diputada por Valladolid, exsecretaria de Estado de Cooperación Internacional en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, fue la portavoz del grupo entre 2012 y 2014, bajo el mandato de Alfredo Pérez Rubalcaba. Ella fue uno de los apoyos más visibles de Susana Díaz en las primarias de 2017, igual que el expresidente de Castilla-La Mancha y parlamentario por Ciudad Real José María Barreda.

Lastra subraya que el 2-D obedece a muchas causas, que hay que apoyar a Díaz y Sánchez y que el Ejecutivo no está en manos de los soberanistas

Lastra respondió subrayando que lo que debe hacer ahora el partido es apoyar al PSOE andaluz y a Díaz, que el desastre se puede explicar por «muchas causas», que la extrema derecha estaba presente en toda Europa. Asimismo, insistió en que Pedro Sánchez no había puesto en peligro en ningún momento la integridad territorial de España ni su Ejecutivo está en manos de los independentistas, así que encomendó a sus compañeros que salgan a «defender al Gobierno en las autonómicas y municipales» del 26 de mayo y no «compren» los argumentos de las formaciones de derechas, que pìntan a un presidente vendido a las pretensiones de los separatistas.

Un debate de largo aliento

Rodríguez intervino una segunda vez, y fue entonces cuando expuso su visión de lo ocurrido el 2-D. Sí reconoció que la debacle de las andaluzas respondía a diversas causas. Desde luego, dijo, a los 36 años de gobiernos socialistas, a los escándalos de corrupción como los ERE, a los recortes… «Pero si solo hubieran influido cuestiones puramente autonómicas —razonó—, entonces parte de los votantes se habrían marchado a Adelante Andalucía, y no fue así, porque las dos formaciones de izquierdas bajaron 13 puntos entre las dos». Y la irrupción de Vox, siguió, igual que el crecimiento de Ciudadanos, se deben a factores de política nacional. «Contar con los votos de los independentistas, no para la moción de censura [no cuestionaba que se hubiera desalojado a Mariano Rajoy de La Moncloa] sino para gobernar, tiene mucho que ver con esto», aseguró.

Rodríguez cree que «contar con los votos de los separatistas para gobernar» sí tiene un coste, como advertían los susanistas en la batalla de primarias

La diputada defendió, frente a la dirección, que repite que prever el terremoto del 2-D era imposible, que ese debate de la conveniencia o no de apoyarse en los separatistas ya estaba muy vivo en el partido desde las últimas generales, y fue de hecho uno de los puntos de fricción en las primarias en las que Sánchez arrolló a Díaz y en el congreso federal. Es cierto que uno de los motivos de choque en aquella competición era la relación con Cataluña, la abstención a Rajoy. Los susanistas temían todo entendimiento con los secesionistas, cuyos líderes «cruzaron la barrera del marco constitucional y ahora están encausados y en prisión». La vallisoletana entiende que los militantes perdieron en 2017, pero puede que los votantes no vean las cosas bajo el mismo prisma. Esta era la primera vez para comprobarlo, y merecía un análisis interno, arguyó.

La tesis de Rodríguez es que si el PSOE cree que puede tener «impacto electoral» la alianza de PP y Ciudadanos con Vox, también lo tendrá la estrategia de distensión con los soberanistas catalanes. Sí asumió que no se ha atravesado ninguna línea roja ni ha peligrado la unidad del país en ningún momento. Entonces, la parlamentaria pidió a la dirección que se hable, que se haga una «reflexión», que «no va contra nadie [contra el presidente, se entendía] sino a favor del PSOE«. La exsecretaria de Estado también reclamó apoyo para Díaz «sin límite de tiempo», porque había deducido de Lastra que el respaldo a la baronesa se entiende «hasta la investidura». Desde el entorno de la número dos niegan esta coletilla.

Fuentes del entorno de la exportavoz insistían en que esta mantuvo en todo momento un tono «constructivo» y «cordial», pese a que fue prolija en su análisis y, a ojos de la cúpula, hasta «desafiante». Diversos compañeros de escaño consultados por este periódico insistían en relatar que en ningún momento se percibió un ambiente hostil, tenso o crispado.

Los equilibrios del PSOE-A

En un sentido similar se expresó Barreda. Él también convino en que debía suscitarse un debate autocrítico respecto al 2-D. Es también de los que opinan que Cataluña sí que tuvo su peso en las urnas andaluzas, y que esa marea puede llegar a todos los territorios. El temor a las «réplicas» está ahí, dijo el también presidente de la comisión de Defensa, según relataban varios de los presentes en la reunión, por lo que había que trabajar para que no se reprodujera el «desastre».

Pradas resalta la «lealtad» del PSOE-A con Ferraz, pero «si Díaz hubiera entrado en el debate territorial, se habría visto cualquier matiz como divergencia»

El antiguo barón manchego también aconsejó evitar la «zozobra» en los planteamientos del Ejecutivo, los cambios de opinión constantes, porque eso se traduce en inseguridad. El último ejemplo lo proporcionaron este martes las palabras del número tres del partido y ministro de Fomento, José Luis Ábalos, cuando manifestó sus dudas por la conveniencia de celebrar un Consejo de Ministros en Barcelona el 21 de diciembre, y rápidamente fue corregido por fuentes oficiales de La Moncloa y por la vicepresidenta, Carmen Calvo, quienes ratificaron que el Gabinete se citaría en la capital catalana en 10 días y esa previsión no se modificaría «de ninguna de las maneras». Isabel Rodríguez, diputada por Ciudad Real y dirigente próxima a Barreda —fue la portavoz de su Ejecutivo en Castilla-La Mancha—, se salió del análisis de las andaluzas y demandó al Gobierno que tenga en cuenta, a la hora de elaborar los Presupuestos de 2019, que llegarán al Congreso en enero, las peticiones de los territorios, que valore «el trabajo que se está haciendo» en las comunidades.

El diputado por Sevilla Antonio Pradas, el hombre fuerte de Díaz en Madrid, tuvo que hacer equilibrios en su intervención, que no buscaba responder a ninguno de sus compañeros y sí plasmar la posición de la federación andaluza. Para empezar, consideró «lógico» que se debatiera el resultado del 2-D en el grupo y se remitió a la resolución aprobada la víspera por el comité director del PSOE-A [aquí en PDF] en el que se explicita que el «menor apoyo» recibido «se debe a los propios errores cometidos y a factores externos como el debate sobre Cataluña«. Pradas subrayó la «lealtad» de los socialistas andaluces con la dirección de Sánchez en lo relativo a la respuesta al desafío soberanista, «la misma» que ahora tiene con el Gobierno, que ahora busca corregir su estrategia y marcar distancias con el Govern.

«Si hubiéramos sacado la cuestión territorial en la campaña, a lo mejor cualquier matiz de Susana con el federal se habría interpretado como una divergencia respecto a la posición de Pedro«, aseguró el diputado sevillano, según contaban varios de sus compañeros de bancada. Ahí estaba la crítica velada a Ferraz: Pradas venía a decir que Díaz se mordió la lengua en la campaña, que no quiso introducir «un tema de distorsión» y que habría visibilizado sus diferencias con Sánchez, reabierto las heridas que ya afloraron en las primarias. La propia presidenta en funciones reconoció, tras el 2-D, que se había «equivocado» al no entrar al trapo de sus oponentes y no hablar de Cataluña, alegando que todos los andaluces conocían sobradamente su posición. El diputado remató pidiendo el apoyo para el PSOE-A, para que Díaz intente formar Gobierno y se denuncie que Cs está dispuesto a pactar con el PP, un partido condenado por corrupción, «pese a que se presenta como el adalid de la regeneración».

Mayor firmeza del Ejecutivo

Pradas, según indicaban fuentes del PSOE-A, estaba haciendo difíciles filigranas. Se trataba de no indisponer a Ferraz, que ya ha dejado entrever su decisión de relevar a Díaz si no logra ser reelegida para propiciar la «renovación» interna, pero al mismo tiempo lanzar un mensaje. La cúpula andaluza está convencida de que la ola de Vox llegará a más orillas el 26 de mayo, y que entonces se verá que la fortaleza de la federación es mucho mayor que la que tiene el partido en otras regiones. El equipo de Díaz, que actúa como una piña en torno a su jefa y que defiende su continuidad como secretaria general y al frente de la oposición en el Parlamento, cree, como lo temen en otros territorios, que la posición con Cataluña va a castigar a barones y alcaldes socialistas. Una preocupación que, aunque no lo admita abiertamente, también se siente en Ferraz, razón por la que Sánchez y su Gobierno están orquestando un endurecimiento del discurso hacia los separatistas.

En el PSOE late, tras las andaluzas, cierta inquietud, miedo. La propia dirección ha corregido el rumbo para marcar distancias con el Govern

Entre los que apoyaron la tesis de que se puede y se debe debatir en el grupo del resultado de las andaluzas figuraba el diputado guipuzcoano Odón Elorza, miembro de la ejecutiva federal de Sánchez. Pero él también añadió que no tenía la sensación de que el presidente estuviera gobernando con los independentistas. Fuentes próximas a Lastra resumían que las intervenciones evidenciaron «la soledad» de Soraya Rodríguez, que no encontró el «apoyo» ni de Pradas.

Las voces críticas que se oyeron este martes en la reunión de los parlamentarios socialistas eran pocas, sí. Pero venían a reflejar la inquietud que sí late en una parte del PSOE tras el 2-D. Precisamente porque Andalucía era un fortín histórico, la comunidad fetiche, el bastión que parecía inexpugnable y que cayó de manera imprevista. El miedo se ha extendido. La sensación de que el partido se mueve en terreno pantanoso e inseguro. Por eso la dirección también, como cuentan fuentes del comité electoral, ha decidido ir lanzando mensajes de firmeza inequívocos hacia los separatistas.

Los dos últimos días han sido la viva muestra del giro. La vicepresidenta advirtió de que el Gobierno tomaría «medidas» de manera rápida contra el Govern por la «dejación de funciones» de los Mossos tras los cortes en la AP-7 y el levantamiento de barreras de los peajes en varias autopistas organizados por los CDR. Luego tanto ella como los ministros de Interior y Fomento, Fernando Grande-Marlaska y José Luis Ábalos, enviaron sendas cartas a sus homólos catalanes para pedirles cuentas por lo ocurrido y repetir que esa situación no podía repetirse más. Marlaska incluso advertía al ‘conseller’ Miquel Buch de que si no da instrucciones directas a la policía autonómica, entonces Interior ordenará el despliegue de las Fuerzas de Seguridad del Estado en Cataluña para garantizar el mantenimiento del orden público.

Este martes siguieron los avisos, aunque el Govern rebajó el tono para evitar la confrontación. Ábalos remarcó que si continúa la «inacción» e «irresponsabilidad» del Govern, entonces el Gobierno utilizará todos los recursos legales a su alcance, «con toda la firmeza que sea necesaria«, y «dentro del sentido de la oportunidad y de la eficacia». Marlaska agregó que el Ejecutivo «adecuará» su respuesta a lo que vaya sucediendo y Margarita Robles, la titular de Defensa, incluso aseguró que Quim Torra no está «legitimado» para seguir en ningún cargo público. Calvo, a su vez, reiteró al ‘president’ que como tal es la máxima autoridad del Estado en Cataluña y que debe ejercer «con total eficacia» sus competencias para procurar la tranquilidad a los catalanes. Ella misma negó que estuviera ahora sobre la mesa un nuevo 155. La nueva hoja de ruta se conoce este miércoles. Sánchez comparece en el pleno del Congreso a las nueve de la mañana, y entonces se verá la profundidad de su viraje estratégico.

El de Sánchez, «un discurso de Estado, superador de los dos extremos»

La Moncloa guardaba con máximo celo el tenor de la intervención de este miércoles en el Congreso de Pedro Sánchez. La primera sesión (casi) monográfica sobre Cataluña, que llega tras un fin de semana convulso por la inacción de los Mossos y la apuesta de Quim Torra por la vía eslovena y que desembocó en una rebaja del tono por parte del Govern.

Fuentes del equipo del presidente señalaban únicamente que había preparado durante todo el martes un «discurso de Estado«, «superador de los dos extremos«, los independentistas y la derecha. «Sánchez no pretende entrar en el terreno farragoso de un combate, sino que perseguirá buscar una vía que sea capaz de trascender esos dos extremos», añadían. No se esperan medidas ni grandes anuncios, no obstante. Al menos, eso es lo que se apuntaba en la noche del martes desde La Moncloa.