C’s

ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 07/07/16

· He oído que en España se lucha no por el gobierno, sino por la oposición, y que esa lucha dilata la investidura de Rajoy. Es una hipótesis plausible que tiene, sin embargo, la característica sorprendente de incluir a C’s en el paquete opositor. Y lo más sorprendente: que los propios responsables de C’s no rechazan esa inclusión.

Los resultados electorales han dicho que Rajoy será el presidente, que C’s es una pieza clave para formar gobierno, que el PSOE liderará la oposición parlamentaria y que el partido Podemos hará lo propio con la barricada. Al margen de estos dictados solo hay la nada cósmica, es decir, la repetición electoral. El papel gubernamental de C’s se ha hecho evidente a partir del rechazo socialista a una legislatura de reformas y de gran coalición, y de la imposibilidad de formar un gobierno de izquierdas.

Los devaneos de Rajoy con los nacionalistas interpretan cómo era el mundo antes de la irrupción de la nueva fuerza centrista en el parlamento. La minoría que puede permitir el gobierno es ahora una minoría no nacionalista; y no una minoría vasca o catalana, sino española. La cosa ha cambiado y Rajoy parece ignorarlo. Pero más llamativo aún es que parezca ignorarlo C’s, útil para el gobierno y perfectamente inane para la oposición.

El gran momento de la oposición de C’s es este que vivimos, y que se prolongará hasta que Rajoy sea nombrado presidente. Este es el momento en que el partido centrista debe ofrecer al candidato un detallado programa de continuidades y reformas. Por ceder a la desmoralización del ejemplo y que así se entienda todo: entre las primeras Europa, Europa y aún más Europa; entre las segundas la retirada de la vida política de Jorge Fernández Díaz.

Como acostumbra a decir Albert Rivera con su inimitable cadencia, el programa no debe tratar de sillones (aunque yo recomendaría aquella magnífica palabra tardofranquista, «poltronas»); pero sí de sillas: sillas rectas y severas, de trabajo y de consejo de ministros. Como comprobarán pronto en Andalucía y Madrid, gobernar desde fuera es estar fuera: es gobernar, por cierto y turbiamente, «a la catalana». El programa de C’s debe facilitar, además, el milagro de la Inmaculada Concepción Socialista: alumbrar un gobierno sin el pecado de la entrega.

Algo del ensayo de laboratorio, hecho a dúo en la anterior legislatura, puede encarnarse ahora en un programa de gobierno real y justificar la abstención socialista. Una abstención que no desdibuja el rol de oposición, mucho más si C’s vota afirmativamente y entra en el gobierno.

Esta actitud de C’s no garantiza su éxito futuro. Solo evita su destrucción presente.