¡Dales fuerte, Mariano!

EL MUNDO 25/05/17
TEODORO LEÓN GROSS

Acusar a Rajoy de corrupción puede ser polémico, pero es inevitable acusarle de irresponsabilidad por su tolerancia con la corrupción. De hecho, la resistencia numantina del Partido Popular a afrontar la corrupción con coraje va a contaminar toda la legislatura. La agenda pública en ningún momento se desprenderá de esa marea negra de chapapote moral, debilitando su autoridad y la capacidad de tender alianzas. En minoría, se garantizan que la oposición va a merodear con las antorchas sin interrupción. Rajoy aún parece creer que le basta alguna declaración balsámica para cortar los incendios; sin haber entendido nunca que la lucha contra la corrupción no es para sacudirse a la oposición, sino «en defensa propia», como dijo Joe Biden, nº2 de Obama. De no ser así, tendrá siempre un Gobierno débil. Y un Gobierno débil debilita el Estado. Malas noticias para el frente de Cataluña. Para todos los frentes en realidad.

En el áspero cara a cara sobre corrupción del martes en el Senado, desde Podemos acusaron a Rajoy de berlusconizarse. Pero Espinar es un pichón para Rajoy, que lo trituró en la réplica. Los diputados del PP clamaban desde su bancada: «¡Dale caña, Mariano!». Y otra voz: «¡Dale fuerte! ¡Dale Mariano!». Y Rajoy dio caña. En el PP, lejos de asumir la trascendencia de la corrupción, le jaleaban felices «¡otra, otra, otra!». Mientras Rajoy lo vapuleaba. Incluso le mentó a su padre, un golpe bajuno, y lo despachó con «señor Espinar, en lugar de tanta coca-cola, tome tila». Pocas horas después, la mayoría de medios obviaba el fondo y el titular era la gracieta de la coca-cola a la altura de la frivolización de Rajoy. Gran pedagogía. Se ve que no pierde vigencia la advertencia de Karl Kraus: la corrupción no es un problema de moral individual, sino una amenaza para la moral colectiva. Allí estaban riéndole la gracia a Rajoy (¡Dale caña, Mariano!) evidenciando hasta qué punto está atrofiado el instinto ético.

El PP se afana en sacar Púnica, Gürtel o Lezo de la comisión de investigación sobre su financiación ilegal, limitándola a los papeles de Bárcenas y la caja B. El programa de festejos es de aúpa. Y la lista de comparecientes deparará toda una Pasarela Génova: desde Rajoy a Aznar pasando por Arenas, Cospedal, Rato, Mato, Acebes, Bárcenas, Correa y el sursum corda. Toda la oposición va a tratar de mantener un aquelarre constante; Sánchez apuesta por una barricada de desgaste. Al PP le espera ahí un tormento, pero su estrategia no puede ser el victimismo y emboscarse, como Rajoy en los tribunales. Eso seguirá debilitándolo. Alguna vez tendrá que aceptar que no basta con hacer declaraciones bienpensantes. También Putin dice, tan campante, que «la corrupción en Chechenia es mínima»; y Chechenia es de lo peor en Rusia, que ni siquiera está en los cien primeros países en el ranking de Transparencia Internacional. Incluso Hugo Chávez se presentaba como paladín contra la corrupción. Eso es gratis, pero inútil. Rajoy no puede seguir apelando, como el presidente colombiano Turbay hasta convertirse en un hazmerreír nacional, a «poner la corrupción en sus justos términos». No hay justos términos. Y en todo caso se superaron hace ya tiempo.