De incordio a problema

EL CONFIDENCIAL 05/08/16
BEGOÑA VILLACÍS

· El delirio secesionista fue la causa el nacimiento de Ciudadanos. Esta semana dos diputados frenaban en seco las aspiraciones de CDC de tener grupo propio y lograr una subvención de tres millones

Hace aproximadamente un año fueron convocadas las elecciones catalanas. Por aquel entonces sólo llevábamos a las espaldas las elecciones al Parlamento Europeo y las muy recientes municipales y autonómicas. Entonces no teníamos el callo de ahora, ni suscitaba pereza la palabra elecciones. Ha pasado tanto y a la vez tan poco, que cuesta trabajo creer que en aquel entonces uno de los interrogantes a despejar era si Albert Rivera concurriría a las catalanas, a las nacionales, o incluso a las dos citas.

Por supuesto Albert Rivera no concurriría a los dos comicios, pero ello nunca implicó que subordinase en momento alguno el delirio secesionista del que trajo causa el nacimiento de Ciudadanos, algo que, en aquel momento, fue objeto de intenso debate. De hecho, si algo hemos aprendido en estos largos años de expansión del nacionalismo obligatorio, también conocido como el “problema catalán”, es que no ha habido mejor sustrato para este movimiento que sucesivos gobiernos pasivos y complacientes. Ni ha sido útil esconderse con la ilusoria convicción de que así uno no era visto, ni práctico cerrar los ojos, ni sana la histórica dependencia que se trajeron sucesivos gobiernos, con partidos independentistas.


· Mientras el Parlament pone en marcha la desconexión con España, Ciudadanos corta el grifo a los tres millones con los que se iba a regar un grupo propio

Se podía y se puede hacer tanto o más por Cataluña desde un gobierno sensible a la deriva separatista, que desde el mismo Parlament. Lo ocurrido en la última semana es buena prueba de ello. Mientras el hemiciclo catalán ponía en marcha por enésima vez, está sí que sí, el proceso para la desconexión con España, en el nacional dos diputados de Ciudadanos, Patricia Reyes e Ignacio Prendes, frenaban en seco las aspiraciones extrareglamentarias de la antigua Convergencia, a la par que cortaban el grifo a los tres millones de euros con los que se iba a regar un grupo que no aguantaba el texto normativo.

Mientras que en la Cámara catalana declaraban unilateralmente su no sometimiento a juzgado alguno -se ve que tienen malas experiencias con esto de los juzgados- y pisoteban, una vez más, lo evacuado por el Tribunal Constitucional, por aquí andan convencidos que este mismo Tribunal ha de amparar sus ínfulas de grupo propio y subvención a convenir.

Desde luego es justicia poética que a aquel Sr. Mas, incordiado en su mayoría por un minoritario pero libre grupo de nueve diputados, los que le recordaban las palabras corrupción, engaño, Constitución, unión, aquel grupo al que miraba con, reconozcámoslo, cierta prepotencia desde su sillón de hombre fuerte, sea hoy el grupo que ha venido a darle el toque de gracia a su moribundo proyecto.

La piedra en el camino de CIU es Ciudadanos, que ha pasado de incordio a problema y no tiene intención alguna de poner su coherencia en venta

De nada ha servido su estrategia de empresa endeudada hasta las cejas, cambio de nombre y objeto social incluído. Ni la corrupción desaparece con la misma facilidad que el término Convergència, ni el cambio de orientación hacia la últimamente tan manoseada socialdemocracia tapa lo suficiente.

El problema de CIU no han sido las formas, que también, sino el fondo, el problema es que nadie está por encima de la Ley, ni siquiera los señores de CIU. El problema es que no todo puede atajarse con un “España nos roba”, ni toda la corrupción taparse con una oportuna estelada. La piedra en el camino de CIU, bien lo han explicado sus representantes, hoy en día se llama Ciudadanos, que ha pasado de incordio a problema y no tiene intención alguna de poner su coherencia en venta.