De por qué José Mir hizo bien al no disparar a Germán Visús

DAVID GISTAU-EL MUNDO

 

Enki Bilal y Pierre Christin son los autores de ‘Las falanges del Orden Negro’, un cómic famoso que cuenta una inverosímil reanudación de nuestra Guerra Civil cuando unos cuantos veteranos de las Brigadas Internacionales, ya septuagenarios, deben regresar…

…a España para combatir a unos ancianos del bando nacional que de repente se pusieron a dar paseos de nuevo en pueblos de Aragón. La historia tiene un par de connotaciones enojosas. La primera es esa idea recurrente de que la España bárbara necesita ser tutelada y salvada de sí misma por galantes héroes exteriores, como si aquí no hubiera una policía capaz de arrestar a unos cuantos viejos delirantes que van por ahí armados con máusers. La segunda tiene que ver con la fecha de publicación, 1979. Justo cuando arrancaba el ciclo constitucional, una obra extranjera, de un autor muy 68 en Nanterre, decía que no creía que España fuera capaz de superar sus odios y que, además, por puro capricho intelectual, prefería que se mantuviera abierto ese parque temático de la lucha antifascista para que los paladines extranjeros pudieran lucirse y tomarse en pandilla unas vacaciones combativas cantando los himnos excursionistas de la juventud.

Es curioso comprobar como esa mentalidad permanece vigente, tantos años después, en una nueva izquierda supuestamente moderna, pero conducida por líderes anacrónicos, atorados en el siglo XX que, frustrados por el hecho de que la guerra no los esperara, anhelan su reanudación, la pervivencia de sus odios.

Este afán ha dado síntomas patológicos en la reacción furibunda al vídeo en el que conversan de sus cosas dos veteranos de la batalla del Ebro, Germán Visús (102) y José Mir (98), en lugar de intentar estrangularse mutuamente. Los portavoces de Podemos han confesado un gran enfado por el hecho de que Germán Visús no sea un anciano delirante aferrado aún a un máuser, lo cual habría procurado la oportunidad de lucirse abatiéndolo, sino un hombre con un inmenso peso de vida vivida y más o menos reconciliado con su existencia, que se encuentra con un viejo enemigo, a quien la vejez y el enfriamiento de su tiempo histórico, ya concluido, ha transformado en un igual. Exactamente como a los veteranos de Normandía, alemanes y aliados, que en las conmemoraciones del desembarco paseaban por las playas cogidos de la mano –como Mitterrand y Kohl después, en el Memorial de Verdún–, cambiaban anécdotas y se presentaban a las familias que la supervivencia les permitió formar.

Sería difícil decidir qué resulta más peligroso y estúpido en esta actitud de los profetas de Podemos. Si el hecho de que deseen sabotear, tantísimo tiempo después, la superación por parte de España de unos odios históricos y de la guerra en la cual se concretaron y en la que se vieron atrapados chavales como los que entonces eran Visús y Mir. O que, con sus 40 años recién cumplidos, si es que los han cumplido, con su Gramsci pegado al iPad y su bagaje de simples polemistas de televisión, con su soberbia de creer que todo cuanto les sucede a ellos sucede por primera vez… se permitan regañar y dar lecciones a dos hombres ya ancianos que actuaron en aquello con lo que los gallardos podemitas sólo fantasean como jugando a un vídeojuego y que, permítanme decirlo así, se pueden sentar a hablar de sus cosas con quien les salga de los cojones. Porque eso es lo mínimo que ambos se han ganado, además del derecho, por más que eso ofenda a los antifascistas de parque temático, a no andar ya por ahí con un máuser oxidado, resistiéndose absurdamente a comprender que la historia avanzó, que el país y el tiempo son otros. Honor a Visús y Mir. Honor a quienes se cogieron de la mano en las playas de Europa. Márchense los demás allí donde sus macabras fantasías no hagan daño.

aquellos viejos luchadores

Los veteranos de guerra del vídeo, Germán Visús (izda.) y José Mir, dieron con su concordia tranquila, de existencias ya apaciguadas, una lección impagable a los pomposos antifascistas de salón que tienen la residencia habitual fijada en un frente del Ebro de PlayStation. Dos hombres centenarios vienen a enseñar a estos modernos por dónde se va al futuro. FOTO: CONGRESO DE LOS DIPUTADOS