Debilidades

EL MUNDO 07/03/17
ARCADI ESPADA

EXTRAÑAMENTE, la Real Academia no sabe lo que es un fósil y así ha decidido modificar la expresión sexo débil (probablemente, los humanos con vulva), manteniendo su significado, conjunto de las mujeres, pero señalando su matiz discriminatorio o despectivo. Nadie en sus cabales utiliza la expresión sexo débil, si no es irónicamente, como sucede con tantas expresiones desusadas; que es, por cierto, el calificativo y la única modificación sensata que debería haberse introducido en el término. Los académicos, en cambio, aciertan al decidir que la expresión sexo fuerte (probablemente, los humanos con pene) irá acompañada de un marcador irónico. Dado lo siguiente.

Los hombres tienen debilidad por el sobrepeso, el tabaquismo, el alcoholismo y no piden ayuda o tratamiento médico cuando lo necesitan. Mientras trabajan, a menudo tienen una gran debilidad, que es la de matarse. Incluso la tienen cuando no trabajan: la tasa española de suicidios se sitúa en 12,7 en los hombres y 4,1 en las mujeres. Otra gran debilidad los acosa: la estupidez. En Estados Unidos (datos de 2012) la proporción de mujeres blancas universitarias es superior en 10 puntos porcentuales a la de los hombres. Un dato, realmente, demasiado sofisticado. Porque lo cierto es que las mujeres superan ya a los hombres en todos los indicadores (idoneidad, repetición, calificaciones, permanencia, promoción, terminación) y en todos los niveles educativos. Y qué curiosa debilidad también por la vida al aire libre. Un estudio británico de 2015 asegura que un 70% de las personas sin casa son varones.

En el sustrato de estos y muchos otros datos similares están los cuatro clásicos desórdenes extremos que Susan Pinker (que, por cierto, hablará del asunto en Euromind, a finales de marzo) adjudica a los hombres: la dificultad en el autocontrol (doble incidencia del déficit de atención), la cosificación de la vida (10 veces más autismo), la agresividad (90% de los homicidios en Usa fueron cometidos por hombres) y los trastornos del lenguaje (la proporción de niños con problemas de lenguaje y de lectura es de 4 a 1 respecto a las niñas). Casi me olvidaba de anotar esa gran debilidad masculina que es la muerte: las mujeres españolas, como las de todas partes, viven casi seis años más que los hombres.

A la vista de estos irrevocables puede que alguien se pregunte por qué razón los académicos no quieren introducir el matiz irónico también en sexo débil. Quia. Tienen sus debilidades. Intelectuales y morales. No se juega con el victimato. Es sabido que todo lo malo que le pasa a las mujeres es culpa de los hombres y todo lo malo que le pasa a los hombres es culpa de sí mismos.