Defensa murciana

ABC 28/03/17
IGNACIO CAMACHO

· Ni truco ni trato: Cs debe elegir entre apoyar un Gobierno con Podemos o conformarse con un presidente imputado

HUBO un campeón de ajedrez llamado Tigran Petrosian que destacó por su exasperante habilidad defensiva. Experto en forzar tablas, sobre todo jugando con negras, sacaba petróleo si lograba ganar una sola partida; en el resto de las series se las aviaba para empatar colocando a su oponente en un bloqueo sin salida. Su estrategia consistía en bloquear al atacante haciendo que se arrepintiese de su propia ofensiva. Con un juego poco brillante y nada arriesgado dominaba todas las modalidades de blindaje hasta convertir cada ataque sufrido en un problema para el adversario que le acometía. Lo más parecido en política a ese estilo amarrategui se llama marianismo. Hay que calcular muy bien la táctica antes de contender con el presidente porque cualquier movimiento precipitado o en falso deja al contrincante con un pie en el vacío. Su mayor habilidad consiste en hacer virtud de su principal defecto, que es el método pasivo; se queda quieto hasta que el antagonista empieza a dudar de sí mismo. Da igual que lleve o no razón; la cuestión es si el rival tiene paciencia, tiempo, voluntad y sobre todo condiciones para sostener el desafío.

En Murcia, por ejemplo, Rajoy le acaba de hacer a Rivera un Mariano; a base de enrocarse ha transformado el aprieto judicial del presidente autonómico en una trampa para Ciudadanos. Al moverse demasiado pronto y con demasiado énfasis, el partido naranja se ha visto emparedado. Pedro Sánchez II ha recibido de su jefe la orden de resistir y el PSOE ha dado el paso que Cs temía: presentar una moción de censura para derribarlo. Sin convocar elecciones ni gaitas: el poder se toma al asalto. Así que ahora los centristas deben elegir, susto o muerte, entre apoyar un Gobierno de izquierdas con Podemos o conformarse con un presidente imputado. Ni les ha salido el truco ni han obtenido trato.

Rivera ha movido mal las fichas porque trató de utilizar la acusación contra Sánchez en pleno desencuentro con el PP por el incumplimiento de su pacto regeneracionista. Podía haber esperado. Mirar al tendido como en Granada –un alcalde socialista involucrado en el asunto de los fondos de formación– o aguardar el pronunciamiento del juez como hizo con el consejero andaluz Arellano; en esta ocasión con pleno acierto porque el dirigente terminó desimputado. Pero al aplicar en Murcia un criterio más estrecho, por apretar a sus socios, está quedando como un pardillo entre dos timadores veteranos.

Ahora lo mejor que le puede suceder a Cs es que el magistrado archive sus diligencias y le dé la salida que no ha encontrado. Como eso no ocurra le espera un papelón de equidistancia que tendrá que resolver improvisando. La cerrada defensa murciana de Rajoy, a lo Petrosian, ha vuelto a funcionar; el coste de tumbarle el alfil resulta demasiado caro. Y a él le bastan las tablas para hacer lo que mejor sabe, que es salir del paso.