Derivas

LIBERTAD DIGITAL 18/10/16
JOSÉ MARÍA ALBERT DE PACO

La llamada a refundar la federación catalana del PSOE sólo se explica por la crisis de identidad de Ciudadanos, personificada en la asunción, por parte de su líder en Cataluña, Inés Arrimadas, de las tesis del catalanismo moderado, ese que tiene por «legítimas» algunas de las reivindicaciones del independentismo y se perfila (nunca mejor dicho) como una tercera vía entre la cerrazón de unos y el acaloramiento de los otros.

Sin esta circunstancia, repito, la iniciativa encabezada por el exmilitante histórico del PSC-PSOE Julio Villacorta carecería de sentido. Entre otras razones, porque Ciudadanos es fruto de la deriva nacionalista del PSC, que data de 2003. De ahí, sin ir más lejos, que el propio Villacorta, tras abandonar el PSC en 2006, recalara en Ciudadanos, primero, y en UPyD, después. Fue, de hecho, uno de los pocos miembros de C’s que ejerció la doble militancia, en el intento de evidenciar el absurdo de que un mismo proyecto estuviera encarnado en dos partidos que, para más inri, andaban a la greña. El suyo no fue un desempeño meramente simbólico: en Ciudadanos fue número tres por Barcelona en las elecciones municipales de 2007, además de integrante de la Ejecutiva y del Consejo General, y en UPyD, candidato en 2011 a la alcaldía de Barcelona. Por ello sorprende que el manifiesto de Plataforma Pro FSC omita, en el pliego de motivos para reclamar el reconocimiento del PSOE, la desorientación en Cataluña de Ciudadanos, esto es, el principal argumento de la obra. Desde ese punto de vista, estamos ante un diagnóstico fallido, máxime teniendo en cuenta que entre quienes han arropado la presentación del documento también se hallan otros ex de la formación naranja, como Antonio Robles.

Dicho lo cual, me pregunto si ese PSOE catalán, que tan deseable parece, lo es también para el electorado socialista. Es decir, si no estamos ante un propósito de enmienda que satisfará únicamente a quienes hace ya mucho tiempo que dejamos de votar al PSOE. Un malentendido que tanto recuerda al de aquellos progres que, encandilados por el armonioso Gallardón, lamentaban que no hubiera en el PP más políticos como él.

–Y si así fuera, ¿votaría usted al PP? –les preguntaba yo.

Les supongo conocedores de la respuesta.