Doña Rogelia

SALVADOR SOSTRES – ABC – 31/03/16

· Yo no sé si la cara que ponía ayer Pedro Sánchez, en su paseo de señorita decimonónica con Pablo Iglesias, era la suya, o es que el pobre la ponía porque sabía que no tenía otra alternativa que hacer ver que se creía el teatro del líder de Podemos. El caso es que el candidato del segundo partido de España –y que fue el primero durante tantos, tantos años– pareció Doña Rogelia, moviendo boca y brazos a merced del capricho insensato de la peor amenaza totalitaria que ha conocido España desde la recuperación de la democracia.

Iglesias pretende destruir a Sánchez y suplantar al PSOE; pero quiere que no se note su afán, y por eso se hizo ayer el que está dispuesto a ceder, en una pantomima tan cínica como sus apelaciones a la libertad y la democracia.

Es verdad que los socialistas harían cualquier cosa por el poder, y cuando digo cualquier cosa quiero decir exactamente «cualquier cosa», pero esta vez no está en sus manos, ni destruir al PP es el principal objetivo del partido con el que se quieren congraciar; y cuando el PSOE pierde el argumento de «todos contra la derecha», se queda en nada. A fin de cuentas, ¿qué es Pedro Sánchez si le quitas su odio al presidente Rajoy? ¿Qué idea tiene? ¿Con qué habilidad crees que podría entretenerte?

Pablo está cocinando a Pedro a baja temperatura y el regalo que le hizo de un libro de ¡baloncesto! fue como ponerle una manzana en la boca antes de meterlo en el horno e irlo regando con vino blanco. Es verdad que el pobre Pedro no tenía más remedio que hacer ver que se creía el embolado, pero también es cierto que nunca los socialistas conocieron horas tan bajas ni estuvieron tan lejos de merecer la confianza de los españoles centrados.

Tendremos días de noticias equívocas, de gestualidad confusa; paseos, reuniones o llamadas telefónicas que interesadamente se filtrarán y que darán a entender que el acuerdo de las izquierdas está cerca, o muy cerca; y veremos crecer la tensión dramática, pero será sólo farsa, pura escenificación, porque Podemos no quiere de ninguna manera pactar con Pedro Sánchez, pero tiene miedo de quedar como el causante de la repetición electoral.

Que Pedro Sánchez haya aceptado convertirse en la Doña Rogelia de una banda de populistas venezolanos sugiere hasta qué punto el PSOE necesita mucha, mucha oposición; y mucho, mucho asearse.