Dos congresos

JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 12/02/17

José María Carrascal
José María Carrascal

· Pablo Iglesias eligió el 11 y 12 de febrero para medirse de tú a tú con el PP, ellos representando el cambio y el PP el ayer.

Cuando Pablo Iglesias eligió el 11 y 12 de febrero para medirse de tú a tú con el PP, ellos representando el cambio, el vigor, el futuro, y el PP el ayer, el marasmo, la decrepitud, lo menos que podía imaginar era que, al llegar a la cita, la Asamblea de Podemos iba a ser el duelo entre el príncipe negro, del odio, el miedo, la destrucción, y el príncipe blanco, todo amor, abrazos y apertura.

Iglesias va a ganar el duelo personal, pero ¿y si por una de esas ironías tan frecuentes en la historia gana el programa de su rival? Imaginen el lío que iba a armarse. Pablo ha hecho todo lo posible para evitarlo, desde empujar a Íñigo a sustituir a la abuelita que hace experimentos socioculturales con Madrid hasta copiar a Felipe González, amenazando con dimitir si no se aceptan sus tesis. Pero, como todo lo que hace últimamente, no ha surtido efecto y Vistalegre 2 está lleno de abrazos y de lágrimas, como los entierros.

No me refiero a uno de los dos personajes, más de cómic que de realidad, sino a su invento. El problema de Podemos no son Iglesias y Errejón, sino su anacronismo, disfrazado con ropaje y tics modernos. Quien haya estudiado este tipo de fenómenos surgidos de una gran crisis sabe que su recorrido es espectacular y corto, como el de los cohetes.

Salen disparados, pero en cuanto queman toda su pólvora vuelven al suelo con igual rapidez. Más, si son de izquierda, que, carente de soluciones económicas, sólo ofrece eslóganes y luchas internas, en las que suele imponerse el más radical. Con lo que el problema se agrava, quedando solamente dictadura y miseria. ¿Recuerdan a Lenin, a Stalin, a Trotski? Pues eso, pero con personajillos de teledrama.

Enfrente tenemos un PP con Rajoy al frente más afianzado que nunca. Es verdad que los analistas que no le daban arriba de cinco cortes de pelo hace un año le dan ahora más recorrido, aunque sin rendirse, pues si hay alguien más cerrado de mollera que un politicólogo de izquierdas es uno de derechas. Todos con la matraca del duelo entre María Dolores y Soraya, de la limitación de mandatos, del potencial sucesor, de las madres de alquiler.

Como Pablo e Íñigo, siguen en el siglo XX con partidos ideologizados en torno a un líder carismático. Cuando el partido del siglo XXI es, en realidad, tres partidos, con una derecha, una izquierda y un centro, tal como corresponde a una sociedad mucho más plural y acelerada. Rajoy ha resuelto los problemas que se podían resolver y ha cortado los insolubles como Alejandro el nudo gordiano: de un tajo, admitiendo la libertad de conciencia de cada cual. Es el único político español no interesado en la política, sino en los resultados. No preguntará nunca si algo es políticamente correcto, sino si funciona o no. En este sentido, es el único posmoderno, siendo el más tradicional de todos. (Por tradicional, me refiero a Maquiavelo, naturalmente).

JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 12/02/17