A. Fernández-El Confidencial

El independentismo vive una crisis implosiva que le ha llevado a perder las primeras votaciones en el Parlament mientras ERC y JxCAT se cruzan acusaciones de traición

El Gobierno catalán está prácticamente roto. Aunque los dos socios en el Ejecutivo de Quim Torra, Junts per Catalunya (JxCAT) y ERC, tratan de desmarcar al órgano ejecutivo de la situación insostenible del Parlament (donde han votado divididos y han perdido sus primeras iniciativas frente a los constitucionalistas), la tranquilidad se acabó en el despacho de Torra. “Si este mes hay dos choques más como el de este martes, a partir del 27 de octubre se convocarán elecciones en Cataluña. La situación es insostenible”, afirma a El Confidencial una fuente interna de JxCAT. El independentismo es de todo menos un bloque homogéneo. Aun así, el líder de ERC en el Parlament, Sergi Sabrià, admitió tras perder las primeras votaciones que no ve peligrar el Govern. “Estamos en situación de seguir gobernando”, subrayó. Falta por saber por cuánto tiempo estarán en tal disposición, porque desde las filas de sus rivales se habla ya de ‘Gobierno zombi’.

La portavoz del PSC en el Parlament, Eva Granados, se lo preguntó directamente durante el pleno de este martes: “Señor Torra, ¿usted cree sinceramente que está en condiciones de seguir gobernando Cataluña? Su Gobierno está profundamente dividido y usted tendrá que decidir: o democracia o desobediencia (…) El ‘president’ del ultimátum parece que tiene un Govern en las últimas”. 

Y puso el dedo en la llaga: “Tenemos la sensación de que la confianza entre ustedes está muy, muy tocada, porque se han engañado entre ustedes, se han puesto trampas entre ustedes y nos querían engañar a todos. Pero eso, a partir de hoy, ya no cuela, ‘president”.

Pero la situación de lucha abierta en el independentismo que se vivió este martes de tensión en el Parlament es, en realidad, una victoria de Carles Puigdemont, que maneja los hilos de su grupo parlamentario desde Waterloo y ha logrado lo que quería: sembrar el caos. Su intención era, desde hace meses, lanzar una ofensiva en toda regla contra ERC este mes de octubre: poner al partido republicano contra las cuerdas para obligarlo a ir a una lista única donde mandase la Crida per la República, la nueva marca que se ha sacado de la manga el propio Puigdemont.

Con la postura intransigente de no sustituir a los presos y huidos por otros diputados, Puigdemont puso en el disparadero a ERC: el presidente del Parlament, el republicano Roger Torrent, tuvo que rechazar las pretensiones de Puigdemont y votar junto con el PSC para no traspasar las líneas rojas de desobedecer una sentencia. Quien le puso en la disyuntiva fue la “deslealtad” de JxCAT, que no cumplió sus compromisos, según confiesan a El Confidencial fuentes de ERC.

Movilizar la calle contra ERC

Y ese alineamiento de los republicanos con el PSC es lo que estaba esperando el ‘expresident’ para lanzar otro ataque masivo. Por un lado, ha comenzado una ofensiva de los radicales que han estado conspirando a favor de Puigdemont en los foros sociales. “ERC acaba lo impensable: acaba de dividir a los presos políticos entre ‘mis’ presos y ‘tus’ presos. Los suyos acatan y piden permiso y los de JxCAT, como el gran Jordi Turull o Josep Rull, desafían a Llarena diciéndole que son y serán independentistas sin permiso”, lanzaba este martes por la tarde a las redes Mark Serra, un conocido e ‘hiperventilado’ forero cercano a las tesis de Puigdemont. Esta apelación a los presos no es gratuita: es la pequeña venganza de Puigdemont al posicionamiento de ERC, negándose desde el primer momento a darle un estatus especial. Los republicanos siempre acusaron a JxCAT de crear presos de primera y de segunda al intentar blindar a Puigdemont frente a los restantes encausados. En resumen, que los presos no son moneda de cambio (tal y como promete Torra), pero sí son armas arrojadizas entre los socios.

Esto ya es oficialmente el inicio de una guerra fratricida sin cuartel entre independentistas. Pero todo parece obedecer a una maquiavélica estrategia de Puigdemont: un cuarto de hora después de que Torrent se alinease con los socialistas, llegaba al Parlament una carta manuscrita firmada por Carles Puigdemont, Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull en la que se niegan a ser sustituidos. Curiosamente, la carta denuncia que creen que todavía están en prisión “por no haber renunciado al acta de diputado”, a pesar de que otros compañeros suyos han renunciado o nunca tuvieron acta y siguen en prisión.