El can

ABC 28/03/17
DAVID GISTAU

· No es fácil inventar una imagen ganadora a partir de una de las regiones peor gobernadas y más fracasadas de Europa

TENGO reciente la lectura de un libro sobre Publio Clodio. Los de la república romana sí que eran populismos, los de sus bandas armadas en el foro sí que eran escraches. Clodio, patricio antojadizo y jaranero devenido por rencor, después de los sucesos de la Bona Dea, feroz tribuno de la plebe, en realidad es heredero de los Graco, de Catilina y hasta del primer César. Con él alcanza su plenitud un paradigma antipolítico que se parece mucho al que sufre en la actualidad buena parte de Occidente: el paladín de La Gente enfrentado a la oligarquía senatorial, la Casta en España, el Pantano en lo de Trump, la tecnocracia de la UE para Le Pen.

Fue la proliferación de tribunos de la plebe lo que permitió a Rajoy arrogarse, en España, la única representación posible de la estabilidad y la tradición senatoriales, que aquí llamamos régimen del 78. Ese miedo cultivado a las bandas del foro se convirtió casi por completo en su único argumento electoral, fatigado y discutible el de la recuperación económica. El partido que mejor representa la corrupción -corrupto lo era hasta Cicerón, eso también es verdad-, el que ha dilapidado una mayoría absoluta, el que mantiene sin resolver el desmán independentista, el que ha hecho que parte de su electorado se sienta traicionado en términos morales, vivió, durante el ciclo de elecciones en serie, de la autodestrucción de la izquierda y del miedo a «los populismos». Otra cosa no tuvo. En unas elecciones habituales de las del tiempo del bipartidismo, Rajoy habría sido desalojado por una aplicación prematura de la lógica pendular.

Que la mejor opción para el PSOE, bendecida por el oficialismo, sea Susana Díaz constituye una advertencia de cómo está el PSOE. No es fácil inventar una imagen ganadora a partir de una de las regiones peor gobernadas y más fracasadas de Europa. Con todo, Susana Díaz tendría, respecto de Schz, una ventaja para sacar por fin la gran discusión nacional de ese achicamiento binario donde la ha encerrado Rajoy. Susana Díaz quiere un PSOE senatorial, es decir, integrado en el 78, distinto de Podemos y relacionado de un modo tradicional con la doctrina socialdemócrata que ahora está en decadencia pero formateó el continente después del 45 -y España después del 75-. No hay ningún motivo para pensar que un PSOE liderado por Susana Díaz vuelva a convertirse en la máquina de poder sin la cual, para bien y para mal, no es posible entender el último medio siglo español. Pero una cosa sí parece cierta. En las próximas elecciones, anticipadas o no, Rajoy necesitará tener delante al can populista de dos cabezas formado por la hibridación mediante conjuro mágico de Pedro y Pablo. Porque con ese adversario podría seguir viviendo del miedo y de decir cosas como que sólo el PP garantiza que no seamos degollados por la turba en nuestros salones. Con un PSOE clásico delante, con un PSOE parecido al que nos gobernó durante décadas, Rajoy tendría que buscar otros argumentos. Y descubriría que no los tiene.