El gustazo

LUIS VENTOSO – ABC – 26/06/16

· Lo malo de las fiestas son los resacones.

Ya se han pegado el gustazo. El simpático San Jorge rubio de bote, que compone cuidadosamente ante el espejo su perfecto despeinado, ha clavado su lanza en el costado del dragón bruselense. ¡Qué maravilla! ¡Qué alborozo patriótico en villas y villorrios para celebrar tan heroica justa! ¡El Día de la Independencia!

Pero al día siguiente, al despertarse con la cabeza todavía embotada por las mieles y efluvios de la euforia, llega el resacón. El caballero, que se ha llevado al pueblo de calle, puede resultar que al final solo era un divertido truhan, un Falstaff que engatusó a la plebe prometiendo lo que no podía dar. La batalla ha dejado miles y miles de acres de tierra quemada.

A la cruda luz del día, algunos cruzados de la liberación nacional empiezan a ver las cosas menos claras. Una frase, todavía tan solo susurrada, comienza a correr por los vecindarios: «Ojo, que igual el dragón era como Shrek, no era tan malo. Entendiéndonos con él habíamos vivido 43 años de bonanza, y ahora…».

La mañana del sábado ya no resultó tan exultante como la del viernes. Moody’s llama a la puerta con un recado: tu nota ha bajado. La divisa nacional, la potente libra de anteayer, está por los suelos. Los peleones escoceses insisten: ellos se largan. El país está partido en dos, porque es una chaladura tomar una decisión tan vital con una exigua mayoría del 3,8 por ciento.

Las locomotoras nacionales (Londres, Manchester, Leeds, Liverpool…), que han votado por quedarse, ven su voluntad secuestrada por la pequeña Inglaterra, que dormita al rebufo de su esfuerzo. Los jóvenes comienzan a mostrar su enorme enfado, porque su futuro ha quedado hipotecado por una decisión de la generación del que arruga la nariz al ver a tanto guiri hollando la gloriosa «Merry England».

Lo malo de los gustazos nihilistas, de las gallardas patadas en la entrepierna de los es que luego llega la resaca del rapto heroico. Se suele llamar más incertidumbre y menos prosperidad. Es decir: una vida peor. Hoy en España, millones de personas de buena fe también comprarán la mercancía averiada del San Jorge televisivo que va a cargarse al dragón de la casta. El problema es que para culminar su ilusionante misión, el flaco y garboso paladín dice que necesita expropiar parte de los bienes del pueblo (en especial los de los burgueses), someter a los jueces a su mando, acallar a los escribientes revoltosos que cuentan sus verdades en las gacetas y crear desde el poder un culto público a su caudillaje providencial.

Cierto que a los que gobiernan ahora el castillo no los ha adornado la probidad. Pero al menos respetan las libertades del vulgo, mantienen con orden la hacienda pública y se pliegan al dictado del sentido común. Mal hará el pueblo entregando su libertad al caballero del dulce pico de oro. Las bodegas de la fortaleza hieden, es verdad. Pero el pueblo será sabio si tapándose la nariz elige continuar un rato más con su actual gobernante. No es ninguna maravilla, pero la alternativa se apellida cosechas confiscadas y represión. Eso sí, todo con lira, versos floridos y canonjías sin cuento sin rascarla, porque el dinero, ya se sabe, a partir de ahora florecerá en los melocotoneros.

LUIS VENTOSO – ABC – 26/06/16