El martirio del Padre Poveda

RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 21/01/17

Ramón Pérez Maura
Ramón Pérez Maura

· Las generaciones de nuestros hijos y nietos no pueden tener una visión completa de lo que fue la trágica historia de la España del siglo XX.

Ruego me disculpen por no sumarme al coro de voces que hoy arremeterán contra el nuevo presidente de los Estados Unidos simplemente por llegar a la Casa Blanca. Pero tampoco voy a hablar bien de él. Hoy quiero hablar de una película que me ha conmovido, que se estrenó el año pasado y que me pasó desapercibida entonces. Es, cómo negarlo, el prototipo de película políticamente incorrecta. Fíjense hasta qué punto llega que cuenta el martirio en la guerra civil española de Pedro Poveda, que fue canonizado por san Juan Pablo II en 2003.

Cuando yo estudiaba tercero o cuarto de Educación General Básica en el colegio La Salle de Santander, nos proyectaron la película «El señor de La Salle», protagonizada por Mel Ferrer encarnando a san Juan Bautista de La Salle. El hermano Fernando, nuestro tutor, nos explicó que cuando se filmó en 1964 fueron a pedir a Ferrer que aceptara protagonizarla, a lo que respondió: «Las películas de santos tienen poco público, pero si es san Juan Bautista de La Salle, yo lo hago». Sinceramente, no recuerdo casi nada de la película ni de su calidad cinematográfica. Pero me vino a la cabeza aquella frase de Ferrer cuando el pasado 19 de noviembre cenaba en la Embajada de España ante la Santa Sede, en el día de la creación de don Carlos Osoro como cardenal.

Tenía el privilegio de estar sentado a la mesa de Maite Uribe Bilbao, la directora general de la Institución Teresiana, una asociación internacional de laicos dedicada a la educación. Maite nos habló de la película estrenada en 2016: «Poveda. Sacerdote, pedagogo, humanista, innovador». Tiempo después la propia Uribe me ha hecho llegar la película. Es deslumbrante por su sencillez. Y para las nuevas generaciones es una parte de nuestra historia reciente que ya no conocen.

Poveda se empeñó en educar a los más necesitados. Primero, a los niños de los habitantes de las cuevas de Guadix, entre los que se instaló a vivir. En 1906 es nombrado canónigo de la basílica de Covadonga y desde allí idea la Institución Teresiana para fomentar la educación de los jóvenes, dando mayor peso a la misión de los seglares en la Iglesia. En 1921 fue llamado a ser capellán de la Familia Real y en 1930 ingresa en la Hermandad del Refugio, que sigue siendo hoy una de las obras de caridad más relevantes de la capital de España.

Con todo y con eso, el final fue el que ya pueden ustedes imaginarse: el padre Poveda fue detenido horas después de la sublevación en Marruecos y el 23 de julio de 1936 fue asesinado por un pelotón de la guardia de asalto que debía de creer que era muy peligroso instruir con tanto empeño a los jóvenes. Los valores que enseñaba Poveda eran peligrosos para quienes gobernaban España entonces. Y Poveda fue vilmente ejecutado en la tapia del cementerio de la Almudena.

La película de Pablo Moreno se ve como un thriller y las actuaciones de Raúl Escudero y Elena Furiase –la nieta de Lola Flores– son memorables. Ya comprendo que la ley de la memoria histórica –todavía en vigor– está hecha precisamente para que estas películas sean marginadas porque no hay que saber lo que se cuenta aquí. Las generaciones de nuestros hijos y nietos no pueden tener una visión completa de lo que fue la trágica historia de la España del siglo XX. Y todavía hay quien quiere que haya toda otra generación tan intoxicada como la que creció en las décadas de 1950 y 1960. Igual de intoxicada, pero al revés, claro.

RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 21/01/17