Tonia Etxarri-El Correo

La desmemoria no es el camino hacia la convivencia

Ganas ya de que gobiernen. Que se sienten en su sitio y empiecen de una vez a gestionar todos los problemas del país. Gestionar, en vez de provocar males mayores. En La Moncloa, ayuntamientos, diputaciones… Y en comunidades autónomas como Navarra, por ejemplo. La gobernanza de seis comunidades está en el alambre, pendiente de las negociaciones. Todas son muy importantes, desde luego, pero en la comunidad foral está en juego mucho más que la alternancia del gobierno de turno: la Navarra constitucional, que es la que ha ganado, representada por Navarra suma, o la reunificación de Euskal Herria, en cuyo empeño están entregadas las fuerzas independentistas. Esa territorialidad que el PNV y la izquierda abertzale acordaron en el Pacto de Lizarra y a la que no están dispuestos a renunciar aunque no les hayan secundado las urnas. En medio, el Partido Socialista. Que no quiere avalar al centro derecha pero que tiene que dejarse querer por los independentistas si aspira a gobernar. Pero las alianzas van entrelazadas. Depende del Gobierno que surja en Navarra, a Pedro Sánchez le puede ir mejor o peor. Entre los nacionalistas y Ciudadanos anda el juego.

Esta semana comienza el intercambio oficial de cromos. En Euskadi no habrá mayores sobresaltos salvo algún encontronazo. Se reeditará la alianza entre el PNV y PSE en la mayoría de los territorios aunque los dos socios pujen por la makila en algún municipio.

Lo de Navarra es otro cantar. Ganó holgadamente el centro derecha (UPN, PP, Ciudadanos). Veinte escaños de los cincuenta que tiene su Parlamento. Pero los socialistas en principio no tienen la intención de aplicar el mismo criterio que reivindica la secretaria general del PSE para Irún (que gobierne la lista más votada). No. En Navarra, no. La oportunidad de gobernar se le ha presentado a María Chivite y no la va a desaprovechar. No quiere apoyar al centro derecha. Aunque necesite de la complicidad de EH Bildu. Y salvo sorpresa, esa complicidad la tendrá. A los de Otegi no les costará mucho esfuerzo abstenerse frente a esta candidata con tal de defender «el legado» abertzale de la última legislatura. El problema lo tendrán los socialistas para explicar que se han dejado apoyar por unas siglas tan ‘progresistas’ como EH Bildu. Que muchos sigan viendo a la izquierda abertzale como la fuerza del mal entra dentro de la lógica. Porque entre condenas genéricas por el sufrimiento provocado lucen orgullosos la historia del terrorismo de ETA. Lo demuestran cuando defienden a sus exactivistas. Es cierto que muchos representantes políticos de otros partidos les están ayudando a ‘blanquear’ su pasado impresentable. Pero la desmemoria no es el camino hacia la convivencia. Hay que avanzar, sí. Pero sin olvidar el pasado de quienes persiguieron a los ciudadanos por no pensar como ellos. Y quienes justificaron aquellas persecuciones. El acoso que está sufriendo el ganador de las elecciones en el pueblo navarro de Noain demuestra que todavía existen muchos radicales que no están preparados para la democracia.

Eso sostienen los populares vascos mientras reflexionan sobre una posible refundación de su partido. Casado está centrado en la batalla de Madrid. Sabe que la carambola para gobernar el Ayuntamiento y la Comunidad depende del mercadeo político. De la intransigencia de Vox y los reparos de Ciudadanos. Si no se ponen de acuerdo, la izquierda populista aprovechará su oportunidad. Hoy, Ciudadanos decidirá la orientación de sus pactos. ¿Vox o PSOE? Con el PP no hay duda. La formación naranja tendrá que apoyar al partido de Casado en aquellas comunidades en donde le han votado electores procedentes del PP. Puro cálculo. Pero los requiebros de Sánchez son indisimulados. Antes de comenzar la ceremonia del cortejo deja unas perlas sobre la mesa de Rivera a través de su ‘barón’ (antes crítico) Emiliano García Page. O los independentistas se pliegan a Sánchez o será implacable con ellos. Dice. No será para tanto. Rivera escucha. Sabe que el dirigente socialista depende más de él que del PNV. ¿Serían capaces de acordar una abstención de Ciudadanos en la investidura de Pedro Sánchez a cambio de que los socialistas dejen gobernar al centro derecha en Navarra? Esta semana empieza el movimiento de fichas. Resulta llamativo ver a Pedro Sánchez comportarse como si hubiera obtenido la mayoría absoluta. Y, a día de hoy, su investidura aún es moneda de cambio.