El PSOE no debe diluir las primarias con una lista pactada

EL MUNDO 16/01/17
EDITORIAL

PATXI LÓPEZ se convirtió ayer en el primer dirigente socialista en dar el paso para presentarse a las primarias que el PSOE celebrará en mayo, previas al congreso de los días 17 y 18 de junio. Su anunció llegó horas después de que el Comité Federal –celebrado en un clima de tranquilidad que contrasta con la convulsión de los últimos cónclaves– fijara el calendario para renovar la dirección socialista. Y, aunque la fecha de las primarias es algo tardía, se trata de una hoja de ruta que permitirá al Partido Socialista elegir un nuevo líder y reformular su programa.

A Patxi López ya nadie puede discutirle el mérito de haber dado un paso adelante antes que los demás. El dirigente vasco esgrimió ayer una propuesta de «izquierda exigente» y «sin complejos», capaz de articular un «proyecto autónomo» tanto frente al PP como a Podemos. López, de perfil dialogante y moderado, es un dirigente respetado dentro y fuera de su partido. Fue el lehendakari vasco bajo cuyo mandato ETA dejó de matar y llegó a presidir el Congreso en la efímera legislatura del año pasado. Su figura, que podría servir para restañar las heridas abiertas en el seno socialista, cuenta con el respaldo de federaciones como la vasca o la balear. En todo caso, él mismo dejó claro que no se presenta «para cortar el paso a nadie», en referencia implícita a Pedro Sánchez; ni «contra nadie», en alusión velada a Susana Díaz.

El entorno de Sánchez aclaró ayer que no apoya a López, aunque sus afines intentaron parar la candidatura de éste. EL MUNDO revela hoy que el político vasco preparó su salto a la arena con la mayoría de los barones sanchistas. Y, a estas alturas, ni el ex secretario general del PSOE ni la presidenta andaluza han confirmado que vayan a presentarse. Díaz lleva mucho tiempo mareando la perdiz y tampoco el sábado desveló si optará o no a liderar su partido. Su estrategia para erosionar a Sánchez fue nítida, pero siempre ejecutada en la sombra. Cuenta con el apoyo explícito, no sólo de la federación andaluza, sino con el de Felipe González y Zapatero. Su alergia a las primarias es conocida, pero si de verdad está dispuesta a dar la batalla para dirigir el PSOE debe dar el paso cuanto antes. Sólo así podrá demostrar las dotes de liderazgo que le adjudican sus afines.

Lo fundamental, en cualquier caso, es que el PSOE no escamotee la pugna en las primarias con una candidatura de unidad que ya han aventado algunos notables del partido. Y no sólo por un imperativo orgánico –este sistema está incorporado en sus Estatutos– sino porque es la mejor manera de dilucidar sus reyertas internas. El propio López ha dicho que quiere llegar «hasta el final». Ciertamente, si el PSOE aspira a promover un proceso creíble, debe garantizar unas primarias abiertas y competitivas en las que el aparato sea neutral. Ello pasa por que compita el máximo número de candidatos. Incluido el propio Sánchez si así lo estima. Tras su abrupta salida –forzada por la previa dimisión en bloque de la mitad de la Ejecutiva–, el ex líder socialista cuenta con un notable apoyo entre las bases del partido. Este hecho, además del peso político de López, deja claro que la carrera para la Secretaría General no será un camino de rosas para Díaz, si es que ésta opta finalmente.

Por el momento, lo que sí cabe admitir es que la Gestora ha estabilizado al PSOE, tras el trauma generado por facilitar la formación de Gobierno. Sin embargo, no deja de ser una dirección provisional cuya obligación estriba en velar por que la pugna por el liderazgo socialista no se convierta, tal como ha ocurrido en los últimos meses, en una áspera pelea con golpes bajos y un protagonismo exacerbado de los personalismos. Al contrario, debe ser la oportunidad para afrontar no sólo el relevo en la Secretaría General, sino la necesaria renovación a fondo de su ideario.

El PSOE no puede dilatar más tiempo la actualización de su cuerpo ideológico, como paso imprescindible para volver a convertirse en una alternativa real de Gobierno al PP. Esta tarea no sólo es necesaria para los socialistas. También lo es para el conjunto del país. La democracia española requiere de una opción de centroizquierda sólida y creíble, fiel a los principios socialdemócratas pero con la suficiente cintura como para reconstruir un discurso atractivo para amplias capas de la población.