El PSOE no puede pactar con Podemos

ABC 06/04/16
EDITORIAL

· El partido de Iglesias nació como una prolongación del chavismo en España para implantar una revolución bolivariana. Sánchez debe asumir que no todo vale para gobernar

LAS exclusivas revelaciones hechas ayer por ABC sobre el pago de siete millones de euros en 2008 por el Gobierno de Hugo Chávez a la fundación de Pablo Iglesias no solo obligan jurídicamente a abrir una investigación sobre el modo fraudulento en que se pudo financiar la creación de Podemos, sino que políticamente deben empujar al PSOE a admitir que negociar un pacto de gobierno con este partido sería una estafa a su electorado. Es comprensible el afán de Sánchez por ser proclamado presidente a la desesperada, incluso a costa de contaminar las siglas del PSOE con una alianza de intereses con el leninismo más caduco. Sin embargo, no es justificable. El mero hecho de que ya sea una evidencia que Podemos nació como una prolongación del chavismo en España para implantar una revolución bolivariana donde existe una democracia constitucional debería ser para los socialistas suficiente prueba de que no tiene nada que hacer con Iglesias. Ellos no tienen nada que ganar y España, sí mucho que perder.

Podemos no puede ser un socio admisible para una socialdemocracia moderna, constructiva y moderada. El PSOE se equivocó intercambiando con ellos alcaldías y autonomías, y la prueba fue el resultado del 20-D: 90 escaños, el peor dato de su historia, y la absorción por el partido morado de muchos cientos de miles de votantes tradicionales socialistas. El populismo telegénico y la política construida a golpe de redes sociales son trampas en las que un partido con 140 años de historia no debe caer. Más aún, cuando Podemos encarna muchas contradicciones insalvables, un oportunismo demagógico alarmante, una manipulación brutal de la sociedad con criterios autócratas y, sobre todo, una falta de transparencia sobre su objetivo de tumbar la democracia con dinero sucio.

Cuando hizo varias denuncias públicas durante la campaña electoral, Felipe González era plenamente consciente del oscuro origen de Podemos, y de su estrategia para causar una involución en el sistema político. Sin duda, sabía de qué hablaba cuando alertaba al votante socialista de no dejarse llevar por cantos de sirena que ocultaban el fervor de Iglesias por las dictaduras comunistas. ¿Qué tiene que pactar el PSOE con un partido defensor del independentismo que a su vez pretende derogar de facto la Constitución, que se niega a suscribir el pacto antiyihadista, que acepta explicaciones a los crímenes del Estado Islámico o que ve en Arnaldo Otegi a un «preso político»? Pedro Sánchez debe asumir que no todo vale para conseguir el poder. Y si él y su dirección no consiguen entenderlo por el bien del PSOE, deberían ser otros dirigentes del partido quienes se lo impidan. Sencillamente, Iglesias no es fiable.