El veto a CDC y el encargo del Rey provocaron el deshielo Rajoy-Rivera

ABC 07/08/16

· El PP está convencido de que Ciudadanos se tiene que tomar «su tiempo» para desmontar su discurso

Mariano Rajoy aceptó el 28 de julio el encargo de formar Gobierno que le hizo Felipe VI y con ello obtuvo dos réditos políticos: evitar las críticas que le hubieran supuesto declinar por segunda vez la encomienda real, por mucho que todavía no haya aclarado si irá a una investidura fallida; y forzar a Ciudadanos a retirar su veto a quien el Rey había elegido como candidato a la Presidencia. Al jefe del Gobierno en funciones le había recordado su equipo que Albert Rivera usó precisamente el encargo del Monarca como argumento de autoridad para justificar su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez el 2 y 4 de marzo pasado. Con la aceptación de la propuesta que recibió de La Zarzuela, Rajoy pasaba a ser el candidato oficial del Rey, lo que dejaba poco margen para los vetos.

La fecha de la investidura Rivera cree que Rajoy debe ir a la investidura, aunque no cuente con apoyos, para presionar al PSOE

Esa circunstancia, que Rivera subrayaba hace pocas horas cuando admitía tras la entrevista en el Congreso que «no puede haber más presidente que Rajoy», despejó el camino del deshielo entre ambos candidatos, que el líder del PP interpretaba como «un primer paso» de «una larga caminata».

El tropiezo de los 10 votos
Pero no solo la aceptación del encargo real derribó las reticencias de la formación naranja respecto a un dirigente político cuyas vinculaciones con los casos de corrupción en su partido nunca han gustado. La decisión conjunta de populares y Ciudadadanos, a los que se sumó PSOE y Podemos, de tumbar la pretensión de la antigua Convergència en la misma semana del órdago independentista en el Parlament de tener grupo propio en la Cámara Baja, pese a no tener escaños suficientes, abrió también un canal de confianza entre ambas formaciones.

Ciudadanos siempre ha considerado imprescindible acabar con el doble lenguaje y la instrumentalización de las instituciones hecha por los soberanistas catalanes, beneficiarios durante décadas de su posición de bisagra para facilitar los Gobiernos tanto del PP como del PSOE. Por eso, Rivera consideró un jarro de agua fría que los populares gozaran de 10 votos adicionales en la elección de los cargos de la Mesa, probablemente tributarios de un acuerdo tácito entre el PP y los partidos separatistas. El desacato en la Cámara catalana a la resolución del Tribunal Constitucional hizo inviable cualquier componenda con los nacionalistas favoreciendo el acercamiento entre las dos fuerzas de centro-derecha.

Aunque en ninguno de los dos partidos se admitía días antes del encuentro del miércoles que el avance fuera sustantivo, lo cierto es que la reunión, que se prolongó durante una hora y veinte minutos, fue preparada a conciencia para que emitiera dos mensajes clave para la nueva etapa: mayor empatía entre Rajoy y Rivera y un ambiente de trabajo alrededor de una mesa, a la que el presidente llevó documentos para la negociación y la propuesta de cuatro grupos de temas alrededor de los asuntos de Estado en materia económica. El «canal permanente de comunicación», donde tanto Garicano como Guindos ya han comenzado a trabajar.

Cifuentes y Casado
Aunque dirigentes de Ciudadanos insisten tanto en privado como en público que no se van a mover de la abstención técnica, fuentes del PP sí creen que «algo ha pasado dentro de esa formación, cuyo voto afirmativo es imprescindible para que el PSOE opte por abstenerse y desbloquear la situación». De hecho, en Génova se considera «comprensible» que Ciudadanos tenga que tomarse «su tiempo» y plantee muchas trabas antes de dar

un cambio de 180 grados al discurso de rechazo a Rajoy que mantiene desde hace un año. Los cauces de comunicación entre estos partidos, que dirigen personalmente sus dos líderes, no son solo los establecidos oficialmente. ABC ha sabido que dos de los nuevos dirigentes del PP, Cristina Cifuentes y Pablo Casado, con una buena relación con Rivera, también han contribuido a la mejor sintonía mutua. De hecho, la presidenta madrileña mantiene un pacto con la formación naranja que podría servir de base para una futura negociación de Gobierno. Su contacto fluido con el portavoz naranja en la Asamblea regional, Ignacio Aguado, uno de los dirigentes más proximos a Rivera, también allanó el camino.

Para seguir avanzando, la formación naranja cree imprescindible otro gesto clave de Rajoy: que acuda a la investidura, aunque no cuente previamente con los votos para repetir en el cargo. Cree Ciudadanos que ese movimiento es exigible a un candidato que ha aceptado el ofrecimiento del Rey y, además, favorecería que el PSOE se viera impelido a abstenerse para no ser señalado como responsable de la convocatoria de las elecciones por tercera vez en un año.

El optimismo de Rajoy, que trasladó tanto a su Comité Ejecutivo como al Rey, al que visitó horas después de la cita con Rivera, se basa en la impresión personal que recibió del líder de Ciudadanos durante el encuentro y en el tono de la comparecencia pública posterior. Un ministro en funciones declaraba a este periódico que «no nos hemos equivocado cuando hemos centrado el esfuerzo en convencer a Rivera antes que a Sánchez, porque es una persona responsable, un patriota, que nunca va a permitir que lleguemos a unas terceras elecciones, con lo que supone de daño para el país». El PP y Ciudadanos descargan ya sobre el PSOE toda la responsabilidad de una nueva convocatoria electoral, si niega la abstención en la investidura.