SANTIAGO GONZÁLEZ-El Mundo

Una de las curiosidades más notables de la campaña electoral es el endoso de la responsabilidad. El PP ha hecho hincapié en su petición a Vox para que renuncie a sus candidaturas en provincias pequeñas con el fin de que la Ley d’Hondt no se transforme en ventaja para el PSOE. Abascal ha respondido que renuncie el PP en las circunscripciones donde sea minoritario. La propuesta de Pablo Casado no fue formulada con la intención de convencer a los dirigentes de Vox. Es en realidad un tiro parabólico, no ya hacia lo que pomposamente se llama la militancia en estos tiempos, sino hacia los votantes, a los que trata de atraer hacia el voto útil.

La invocación del voto útil es el último recurso de los partidos para defender la fidelidad de sus votantes. En lugar de recuperar la relación perdida se les responsabiliza de que sus devaneos electorales determinarán un mal mayor, que es la victoria del otro. Esto último es bien cierto. La posibilidad de que Sánchez pueda revalidar su inquilinato en La Moncloa es una hipótesis turbadora. El doctor Sánchez ha institucionalizado la mentira como forma de Gobierno. Mintió en el Congreso al decir que su tesis estaba publicada y era accesible en la base Teseo. Mintió al plagiar su tesis, hizo mentir a la Presidencia para que falsificara un informe que escondía el fraude y llegó a La Moncloa aupado por un sindicato indeseable de golpistas, proetarras y fans del caos bolivariano, en contra de lo que había prometido expresamente.

La mera posibilidad de que el 28-A vuelva el doctor Sánchez a revalidar su capacidad para declarar secreto de Estado el salario de su mujer y su horario de trabajo, y sus viajes en Falcon, induce a una desconfianza antropológica sobre nuestros conciudadanos, que no puede ser disculpada por los caprichos de la Ley d’Hondt. Para votar a un candidato como Sánchez hace falta engolfarse, como la mayor parte de sus ministros, o padecer la indiferencia moral de Marlaska. Recordarán que el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno dio a Sánchez un plazo de 10 días hábiles para explicar los viajes del Falcon y las personas autorizadas a usarlo. El plazo ha expirado sin que hayamos tenido noticia del asunto.

Sin embargo, las cosas son como son: Sánchez recurrirá de nuevo al apoyo del golpismo catalán, los neobatasunos y la extrema izquierda podemita, que volverán a dárselo como en la moción de censura. Y seguirá gobernando.

El martes pasado, Manuel Valls presentó en Bilbao su libro autobiográfico. Su intervención fue muy interesante. No es ya cosa de comparar al ex primer ministro francés con su antagonista de mayo, la indescriptible Ada Colau. Baste compararlo con el candidato mejor colocado para ser nuestro presidente del Gobierno. O unas memorias con otras. Lo único desconcertante es que se empeñara en llamar a la unidad de los constitucionalistas, considerando que el PSOE de Sánchez es uno de ellos. No negaré la posibilidad que anunció de que Vox sea un mal para el futuro, pero tal vez habría que hacer frente a los problemas por orden y ocuparse primero de los partidos que traen problemas de presente.