En el último minuto

ABC – 11/06/16 – ISABEL SAN SEBASTIÁN

· De otras elecciones saldría favorecido el centro-derecha. Un motivo suficiente para que la izquierda se entienda.

Al contrario que la mayoría, yo no veo en absoluto seguro que volvamos a las urnas el próximo 26 de junio. Y no lo veo por varias razones que se resumen en una: la práctica totalidad de las encuestas augura que de esas elecciones saldría claramente favorecido el centro-derecha, hasta el punto de rozar la mayoría absoluta en una hipotética suma de PP más Ciudadanos. Un motivo suficiente para que la izquierda se entienda.

Arguyen muchos de mis colegas que, si bien Pedro Sánchez estaría dispuesto a echarse en brazos del mismísimo diablo con tal de alcanzar La Moncloa, el partido de los círculos no pretende entrar en el gobierno sino sustituir al PSOE como referente de ese espacio ideológico, empezando por conseguir el ansiado «sorpasso» electoral. Yo acepto la primera premisa, pero rechazo la segunda. Si así fuese, si Pablo Iglesias tuviese decidido ya forzar unos nuevos comicios, no habría introducido en su teatral «consulta a las bases» esa segunda pregunta: «¿Estás de acuerdo con la propuesta de gobierno de cambio que defienden Podemos, En Comú Podem y En Marea?».

Le habría bastado con un elocuente «no» a la posibilidad de respaldar el acuerdo alcanzado entre PSOE y C´s. Tengo para mí que si ha planteado esa cuestión expresamente es con el fin de agarrarse a ella cuando le envíe un recado a la dirección socialista para proponer un pacto «in extremis» destinado a «cerrar el paso a la derecha». Algún cambalache que a su vez pueda utilizar Sánchez para inquirir entre la militancia si prefiere volver a votar o apoyar un «ejecutivo progresista» presidido por su secretario general e integrado por «independientes» dependientes de Pablo Iglesias. La respuesta a esa formulación es perfectamente previsible.

Se me hará notar que con Podemos y PSOE no basta, no dan los números. Cierto. Y Albert Rivera ya ha dejado cristalinamente clara su postura, negándose a secundar el Frente Popular «blando» al que aspiraba el líder del puño y la rosa. De ahí las idas y venidas a Cataluña, las reuniones secretas, los encuentros en la sombra. ¿Alguien piensa que el separatismo va a arriesgarse a tener un gobierno fuerte en España pudiendo consolidar con su abstención un gabinete como el descrito? Al nacionalismo antiespañol, ya sea catalán o vasco, le conviene un títere en La Moncloa, cuanto más débil, mejor. Y eso será lo que condicione su voto.

Queda por despejar la duda del Comité Federal y su oposición a cualquier fórmula que implique, por activa o por pasiva, a los que están en rebeldía frente a la legalidad constitucional. También la postura de los «barones» presuntamente contrarios a pactar con Podemos, incluso habiendo llegado al poder gracias al empujón podemita. Oigo voces a mi alrededor convencidas de que «Susana Díaz impedirá el abrazo del oso». Veo en las tertulias a grandes «ex» del PSOE negando de plano la posibilidad de ese abrazo, por suicida. Y sigo pensando que, llegado el último minuto, Sánchez y sus más cercanos, que son los que mandan ahora, preferirán pájaro en mano que tropezón seguro en las urnas. Un tropezón que no solo le impediría gobernar, cosa que hoy por hoy está a su alcance, sino que probablemente le convertiría en chivo expiatorio de la derrota dentro de su propio partido, condenándole a una fulminante muerte política.

Las espadas por tanto siguen en alto, mal que nos pese a muchos. Aún hay tiempo para negociar y en eso están, bajo cuerda, quienes ansían el poder más que cualquier otra cosa.

ABC – 11/06/16 – ISABEL SAN SEBASTIÁN