«¿En español? Desdichado el país en el que hay que defender lo obvio»

EL ESPAÑOL

Un colectivo apoyado por Savater y Azúa busca 500.000 firmas para que, quien lo desee, pueda estudiar sólo en castellano en las comunidades bilingües.

Ha pasado casi una década desde que un grupo de intelectuales, Mario Vargas Llosa a la cabeza, presentara el «Manifiesto por una lengua común». Confesaban una «creciente» preocupación por la «situación institucional» de la lengua castellana. Su desazón, relataron Savater, Azúa, Pombo y compañía, no tenía que ver con la cultura, sino con la política.

«Todos los ciudadanos que lo deseen tienen derecho a ser educados en lengua castellana, sea cual fuere su lengua materna», protestaron. La proclama recabó la adhesión de cientos de miles de personas.

Septiembre de 2017. «Hablamos español», un colectivo heterogéneo y engrosado desde distintas regiones, considera esa «desazón» insoportable. Dan un paso más: recogen firmas en busca de aprobar una ley de libertad lingüística que permita a todo aquel que lo desee estudiar exclusivamente en castellano en cualquiera de las comunidades bilingües. Y viceversa: catalán, gallego y euskera al 100% para aquellos que lo prefieran.

En quince días, el Congreso dará una respuesta a los miembros de «Hablamos español». Si es afirmativa, se activará la Iniciativa Legislativa Popular (ILP), que se debatirá en la Cámara en caso de que las firmas alcancen el medio millón.

Azúa: «Es por simple justicia»

Gloria Lago, profesora, escritora y portavoz de «Hablamos español», comparte el segundo punto del manifiesto de 2008: «Son los ciudadanos quienes tienen derechos lingüísticos, no los territorios ni mucho menos las lenguas mismas, éstas no tienen el derecho de conseguir coactivamente hablantes ni a imponerse como prioritarias». Superado el acoso que sufrían las lenguas autonómicas durante el franquismo, seguía el texto, «sería un fraude y una auténtica felonía utilizar la Constitución para justificar la discriminación de los ciudadanos monolingües en castellano».

Lago ya ha logrado el apoyo de 36 instituciones y cientos de ciudadanos, entre ellos el propio Félix de Azúa y Fernando Savater, que protagonizan el trasvase del «Manifiesto sobre una lengua común» a la iniciativa actual.

«Es por simple justicia. Ya lo dijo el poeta: desdichado el país en el que haya que defender lo obvio», discurre Azúa, escritor y académico de la RAE. «No hay ni un sólo territorio en Europa o América (quizás en Asia, no lo sé) donde los niños no puedan estudiar en su idioma materno. Tampoco ninguno donde no se pueda estudiar en el idioma oficial (uno de los dos) del país. Ningún territorio donde te multen por anunciar tu negocio en la lengua del Estado. Dicho en plata: esta iniciativa sólo pide que dejen de aplicarse leyes lingüísticas franquistas en un territorio español actual. El fascismo lingüístico catalán es una vergüenza», concluye Azúa.

Savater: «Las lenguas han sido palanca de descuartizamiento»

Fernando Savater empieza: «El derecho a la lengua común no restringe en ningún caso el derecho a las lenguas autonómicas». Después, apostilla: «La lengua es la palanca con la que se han forzado todos los nacionalismos en las regiones. Quien quiera saber por qué ha surgido todo este despiporre no tiene más que ver lo que se ha hecho con las lenguas. Han sido medio de descuartizamiento, y no de comunicación y cultura.

«Se quejan muy acertadamente», relata Francisco Sosa Wagner, catedrático y escritor, al conocer la apuesta de «Hablamos español». «Quien quiera estudiar en español podrá hacerlo, es un derecho y un deber, no lo olvidemos, así queda recogido en la Constitución. De ahí nadie se puede mover».

Albert Boadella diagnostica así: «Perdura todavía el complejo sobre la leyenda negra que han reavivado los nacionalismos vasco y catalán. La lengua, la bandera y los símbolos comunes de España no pueden implantarse con normalidad sin que resulten tildados de autoritarios y fachas».

¿Y los apoyos políticos?

En una España casi siempre polarizada, un gran número de iniciativas obtienen el apoyo de, por lo menos, algún grupo parlamentario. De momento, no ha sido el caso de «Hablamos español», huérfano en el Congreso.

«Nuestra sensación respecto a PP y Ciudadanos es de frustración. Ahora, con lo que está pasando en Cataluña, quizá reflexionen. Estamos deseando que nos ofrezcan un debate, una oportunidad para que la gente se dé cuenta de lo que está pasando en el resto de Comunidades Autónomas, Cataluña no es la única», percibe Gloria.

Lago: «No nos mueven motivos políticos, sino prácticos»

«Es una aberración no permitir a un niño que estudie en su lengua materna. No nos mueven motivos políticos, sino prácticos, de verdad. Nosotros no vivimos de esto«, insiste la portavoz.

Boadella considera que el centro derecha es la «principal víctima de los complejos autoritarios con los que le señalan la izquierda y los nacionalistas». «Defendiendo la obligatoriedad del español tienen miedo a ser acusados precisamente de ser de derechas, lo cual, hoy en España, es un estigma irreversible y maléfico», dice el dramaturgo a este diario.

«Ciudadanos empezó haciendo de esto su punta de lanza, pero ahora adopta una postura mucho más sosegada. Nadie quiere hacerse el antipático con esto. No lo apoyan porque no les interesa electoralmente, les quitaría votos en estas regiones», apunta Savater. En palabras del filósofo, fue precisamente el PP quien lanzó una andanada en Cataluña contra el «Manifiesto por una lengua común». «Nos decían que estábamos exagerando».

«Nadie quiere hacerse el antipático con esto»

«Dándoles más no van a conseguir pararlo. Los nacionalistas tienen el ‘ni un paso atrás’ grabado a fuego, lo quieren todo, no se conforman jamás», afirma Gloria Lago. Según esta profesora, en Galicia, aunque las asignaturas se reparten 50%-50% entre las dos lenguas, el gallego se lleva la palma en Ciencias Sociales y Naturales, mientras que se deja el castellano para las matemáticas.

En quince días, «Hablamos español» obtendrá una respuesta. Si llega el «sí», recogerán firmas por la libertad lingüística.