Engañar a González

EL MUNDO 13/10/16
LUIS MARÍA ANSON

SABEMOS ahora, con información contrastada, que el acuerdo quedó cerrado en el mes de julio. Alianza del PSOE de Pedro Sánchez con el Podemos de Pablo Iglesias, negociación teórica con Ciudadanos para que el Rey aceptara proponer al secretario general socialista para la investidura. Y después, los secesionistas catalanes y vascos y la extrema izquierda se sumarían con su voto favorable, teóricamente sin negociación, argumentando que prefieren el Frente Progresista al riesgo de las terceras elecciones. El eje Sánchez-Iglesias-Iceta era la clave de la gran maniobra.

Antes había que engañar a Felipe González, que desbarató la estrategia podemita tras las elecciones de diciembre. Pedro Sánchez aseguró al histórico líder del PSOE que el partido se abstendría en la segunda votación de investidura a favor de Rajoy. La filtración de esa noticia espúrea condujo al presidente en funciones a solicitar la aprobación del Rey para presentar su candidatura. Mariano Rajoy embistió la muleta tendida por la mano izquierda de Sánchez e Iglesias y recibió el gran rejonazo en las postrimerías del mes de agosto.

Los maliciosos de turno aseguran que Ciudadanos participó en la estrategia de enviar a Mariano Rajoy al escabeche pero el tiempo ha demostrado que Albert Rivera no estaba en el engaño y que, tal vez, él también creyó que los socialistas se abstendrían en segunda votación.

Pedro Sánchez jugó un órdago, pero no de farol, porque contaba con 178 escaños y acariciaba con las yemas de los dedos la silla curul de Moncloa. Felipe González, bien respaldado por Susana Díaz y otros dirigentes del partido, se dio cuenta a tiempo de que le engañaban y, especialmente cabreado, desbarató la maniobra de Pedro Sánchez que se resistió como una pantera de Java en la Numancia de Ferraz, incluso con urnas tramposas, hasta el último momento. Está claro que el PSOE de la Gestora de Javier Fernández va a permitir un Gobierno popular y también que el PP de Rajoy, a pesar de que las terceras elecciones reforzarían al partido, está dispuesto a entrar en el juego sin poner condiciones.

En el PSOE son muchos los que creen que la orden general de abstención fracturará el partido y quizá un 30% de los diputados socialistas se mantendrán en el no. Y lo que más grave: esa orden robustecerá la aspiración de Pablo Iglesias a liderar la oposición. Hubiera resultado más eficaz, aunque por supuesto mucho más difícil de instrumentar y negociar, que el PSOE mantuviera el no a Rajoy y que once ausentes facilitaran la investidura. Eso impediría a Podemos alzarse con el liderazgo de la oposición.

Suponiendo que la fórmula de la abstención general o de la ausencia parcial vaya adelante y salga bien, luego hay que gobernar desde 137 escaños porque Albert Rivera, para salvar la identidad de Ciudadanos, será incluso más duro que el PSOE en sus exigencias al PP. A Mariano Rajoy le costará esfuerzos a los que no está habituado gobernar frente una Cámara hostil. Parece lógico pensar que en poco tiempo, sin agotarse la legislatura, el pueblo español padecerá la incapacidad de la clase política y será convocado de nuevo a las urnas.

Luis María Anson, de la Real Academia Española.