ABC-IGNACIO CAMACHO

Las derechas no podrán aplicar el 155 sin mayoría en el Senado. Y su fragmentación no les favorece en el reparto

PARA aplicar en Cataluña un Artículo 155 «largo y duro», ejem, como promete Pablo Casado y solicitan también Vox y Ciudadanos, se necesita un pequeño detalle: mayoría absoluta en el Senado. Sí, esa Cámara Alta de utilidad cuestionada cuya reforma tantas veces ha sido propuesta en vano. Sucede que el PP tiene esa mayoría en la actual legislatura, la última de hegemonía bipartidista, pero no está nada claro que pueda volver a obtenerla tras el ciclo electoral de abril y mayo. (Los parlamentos autonómicos también tienen una cuota proporcional de representantes que, lógicamente, se adaptará a los nuevos resultados). La tendencia de las encuestas apunta más bien en sentido contrario, dado que si el PSOE queda en cabeza se llevará en muchas provincias tres, o como poco dos, de los cuatro escaños senatoriales que cada circunscripción tiene asignados de modo arbitrariamente igualitario. Además, la fragmentación de la derecha le va a favorecer poco en el reparto. En resumen, que aunque los tres partidos de «la foto de Colón» acaben gobernando mediante un pacto de sus diputados, pueden tener muchas dificultades para intervenir la autonomía catalana sin un consenso más amplio. Y la cuestión es esencial porque el sanchismo ha demostrado flagrante reticencia a plantearse de nuevo ese escenario.

Si existe entre las formaciones del espectro liberal-conservador una afinidad expresa respecto a la necesidad de abordar el conflicto separatista mediante medidas de emergencia, la lógica aconsejaría asegurar su puesta en práctica con una alianza específica previa. Es decir, con candidaturas comunes al Senado para unir fuerzas. La idea no es ni mucho menos nueva: la izquierda soberanista catalana, PSC incluido, se agrupó durante varias legislaturas en la llamada «Entesa», y en las últimas elecciones hubo una propuesta similar, no consumada, en Valencia. Esas coaliciones concentraron el voto y arrollaron en las urnas con eficacia manifiesta. He ahí un modelo con el que el centro y la derecha podrían sindicar su prioridad estratégica, creando una masa crítica para el 155 y funcionando para todo lo demás cada partido por su cuenta.

En política, las promesas y los programas requieren de decisiones y hechos para no acabar evaporados en el aire vago de los buenos deseos. La reacción al desafío independentista exige un compromiso operativo, factible y resuelto. PP, Cs y Vox tienen posibilidades verosímiles de formar Gobierno, pero en materia de coerción constitucional sobre una autonomía el Senado dispone de capacidad de bloqueo. La pueden evitar a tiempo si toman el asunto en serio, lo que implica una dosis de generosidad recíproca y luces largas para el acuerdo. Están a tiempo de demostrar si sus proclamas de espíritu enérgico son sinceras o constituyen meros aspavientos. Si se trata de weberiana responsabilidad de Estado o de simple postureo.