Es imposible, y punto

EDUARDO GOLIGORSKY – LIBERTAD DIGITAL – 26/11/16

Eduardo Goligorsky
Eduardo Goligorsky

· Artur Mas sueña todavía con hacer posible la imposible secesión de Cataluña.

Artur Mas sueña todavía con hacer posible la imposible secesión de Cataluña. Después de especular durante todo su mandato con una «mayoría excepcional» para practicar la dolorosa amputación, desplomándose de fracaso en fracaso, ahora se aferra a la sorpresiva elección del atrabiliario Donald Trump para repescar las consignas triunfalistas.

Descamisados extorsionadores

La táctica demagógica, mentirosa y saturada de odio que le dio el triunfo (no en votos sino en el colegio electoral) a Trump debe provocar rechazo en todo demócrata, pero en el caso de Mas parece haber alimentado la envidia y el espíritu de emulación. Tampoco está solo. Y quien le hace compañía en su reflexión sobre la posibilidad de materializar lo imposible es la gemela del flamante embrión de déspota: Marine Le Pen. Lo detectó Rafael Jorba («Un fantasma recorre Europa», LV, 18/11):

El problema de fondo no es lo que pueda hacer a partir de ahora Trump, el problema es por qué ha llegado hasta donde está. La propia Le Pen lo verbalizó así: «En todo caso, ha hecho posible lo que era presentado como imposible», en una frase calcada de la reacción del expresident Mas tras la victoria de Trump. «Parecía imposible que ganase, pero ha ganado, y digo esto porque a ojos de muchos, aquello que a veces parece imposible (…) acaba resultando posible».

En lugar de buscar en el éxito del populismo más escandaloso la clave de la transformación de lo imposible en posible, Mas podría haberse tomado como ejemplo a sí mismo: parecía imposible que quien había sido instalado en la poltrona de la Generalitat por el dedazo del hoy innombrable Jordi Pujol, y se perfilaba como el líder de la cruzada secesionista, fuera despojado de sus privilegios. Pero lo imposible se hizo posible cuando sus correligionarios lo defenestraron sin pestañear para complacer a una secta de descamisados extorsionadores. El ayer todopoderoso jerarca es hoy un don nadie que, rodeado por un puñado menguante de cortesanos, hace papelones alabando la «hazaña» de Trump. Parecía imposible que lo arrojaran al contenedor de residuos y se ha trocado en cruda realidad

El destino del proceso secesionista no admite transformaciones. Es imposible, y punto.

Marcha atrás

La imposibilidad del proceso secesionista la corrobora Valentí Puig («Escapes de gas secesionista», El País, 18/11) con un análisis implacable de los despropósitos de Carles Puigdemont, complementado con los datos objetivos de un sondeo del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma. Opina Puig:

El actual deterioro conceptual y social del independentismo tiene que ver con factores múltiples, y uno de los fundamentales es la desvinculación de las clases medias. Otro factor, mayor o menor, es la insustancialidad intelectual de sus formuladores más visibles, algunos de los cuales están dando marcha atrás aunque, evidentemente, obvian su responsabilidad y atribuyen la crisis secesionista a errores políticos que en el pasado merecieron su adhesión total.

Uno de los formuladores más visibles que parecen dar marcha atrás es Francesc-Marc Álvaro, quien advierte, con recién estrenada prudencia («El día que se gusta», LV, 14/11):

Comparto la opinión del profesor Andrew Dowling, según el cual «la época mágica del independentismo se acabó la noche de 27 de septiembre del 2015, más o menos». Hay que escuchar a este estudioso, entrevistado por los colegas de El Punt-Avui, cuando explica que «la manera de vender los resultados del 27-S tendría que haber sido ‘hemos ganado, hemos tenido un resultado buenísimo para el independentismo, hemos tenido más votos que nunca, pero no hemos llegado al 50 %’. (…) Con el 48% de la población, sin apoyo internacional, con un Estado en contra, es imposible». Imposible es una palabra quizás excesiva, pero esta tesis debe ser considerada seriamente. Por cierto, me gusta que eso lo exponga un extranjero, puede que le hagan más caso que a los indígenas que avisamos de ciertas debilidades.

La retórica del timo

Mientras tanto, Carles Puigdemont, que ocupó la poltrona de Mas obedeciendo el ordeno y mando de los cuperos campeones de la desobediencia, continúa vocalizando, erre que erre, la retórica del timo que heredó de su humillado predecesor. Durante la ceremonia de entrega de la Medalla de Honor de Foment del Treball al maleable conde de Godó –comprometido, quién lo diría, «con una Catalunya abierta y una España plural, con la Corona y la democracia»–, Puigdemont montó uno de sus numeritos en presencia del Rey. Tuvo la osadía de protestar porque el Estado «neglige» la ayuda económica a Cataluña, cuando el diario del premiado conde informa (LV, 16/11) de lo siguiente:

El secretario de Hacienda [de la Generalitat], Lluís Salvadó, aseguró que, siempre que se aprueben finalmente los números, la consulta de septiembre se hará sí o sí, «poniendo imaginación en la gestión de los presupuestos». Y acto seguido añadió, en declaraciones en TV3, que el referéndum tendrá financiación «estemos en el escenario que estemos», porque el Govern tiene un «compromiso unívoco» para sacarlo adelante.

Nunca se anunció con tanta desfachatez el propósito de poner «imaginación» para que organismos oficiales desvíen fondos con la expresa intención de ejecutar, con trampa, un acto prohibido por la ley. La malversación no cesa, con mucha experiencia acumulada.

Confesión sin rodeos

No acabó ahí la patochada ante el Rey. Puigdemont denunció en esa misma ceremonia la «fiscalización» de la acción internacional de la Generalitat. ¿Cómo no fiscalizarla si el politburó secesionista no sólo envía emisarios a países aliados de España para sembrar difamaciones, sino que además se propone subvertir en ellos el orden, contagiando a sus regiones el virus de la secesión? Puigdemont lo confesó sin rodeos en las presentación del libro L´Europa que han fet fracassar, del eurodiputado Ramon Tremosa y su asistente Aleix Sarri. Los autores atribuyen ese fracaso al centralismo ineficiente de los estados, con Francia, España y Reino Unido a la cabeza. Informa «La Europa de las Catalunyas» (LV, 17/11):

Una realidad que Carles Puigdemont apuesta por revertir a partir de las distintas Catalunyas –las naciones sin Estado y las personas que las integran– que existen en Europa y que no se resignan a que Europa no sea justamente la de los pueblos y las personas.»Sin las Catalunyas de Europa, Europa no funcionará. Si Europa prescinde de las Catalunyas, si no las acepta, no será un proyecto completo y no podrá competir con Asia y Estados Unidos».

Caudillo de provincias

¿Este es el delirio desdeñable de un pobre caudillo de provincias con ínfulas de estadista? Los gobernantes de Europa no lo creen. Recuerdan que Alemania nazi invocó el Anschluss para engullir Austria y saben que fueron las falanges de la irredentista CUP las que auparon a Puigdemont, le renovaron el voto de confianza y hablan por su boca.

Pruebas al canto. «Francia protesta por un acuerdo del Parlament sobre la Catalunya Nord» (LV, 9/11):

Una propuesta de resolución aprobada por Junts pel Sí y la CUP en la que se apoyaba el derecho de autodeterminación de los territorios de habla catalana ha enojado al Gobierno de Francia. El Ministerio de Exteriores galo envió ayer un escrito de protesta a la embajada española en París en el que subraya que el Parlament «no puede inmiscuirse en asuntos internos» de Francia.

La resolución aprobada (…) señala que «los territorios de los Països Catalans tienen derecho a la autodeterminación» y cita explícitamente a la Catalunya Nord en territorio francés. (…) Francia expresó su descontento a la embajada española y no directamente a la Generalitat porque todas las relaciones institucionales las mantiene con el Gobierno español, y no con las comunidades autónomas.

Sólo faltaría que Raül Romeva se ensoberbeciera pensando que alguien le reconoce, fuera del ámbito comarcal, el pomposo título de consejero de Asuntos Exteriores, Relaciones Institucionales y Transparencia de la Generalitat de Cataluña. Por si acaso, la misma información recuerda que

hace justo tres semanas el president de la Generalitat viajó al país galo para recabar apoyos al proceso de independencia, aunque en su visita no fue recibido por ningún miembro del Gobierno de Francia.

Finalmente, tanto el sondeo del Centre d’Estudis d’Opinió (LV, 19/11) como el del Institut de Ciències Politiques i Socials (LV, 21/11) confirman que menos del 50% de los encuestados son partidarios de la secesión. ¿Cuándo dejarán de mentir los mandamases secesionistas que dicen hablar en nombre de «los catalanes» o de «el pueblo de Cataluña»? Los más realistas de su propio bando los están poniendo sobre aviso: la secesión es imposible, y punto.

EDUARDO GOLIGORSKY – LIBERTAD DIGITAL – 26/11/16