Esos aldabonazos

ABC 04/06/16
LUIS VENTOSO

· ¿Acierta Aznar criticando a su partido en vísperas de unas elecciones cruciales?

CUANDO se contemple la historia de España con nitidez desapasionada, creo que Aznar será considerado un buen presidente. Hizo tres cosas muy positivas: comenzó a desatar el corsé de la sobrerregulación franquista que atenazaba a la economía española; acabó con ETA al atacar su flanco civil y fomentó un estado de ánimo optimista sobre las posibilidades de su país (el famoso «España va bien»). Pero, como todo ser humano, también tuvo defectos. El más anecdótico fue su arrogancia, que lo convirtió en un gobernante antipático y dañó la percepción pública de su partido. El de más calado es que en su etapa se sembró parte notable de los escándalos de corrupción que luego han puesto colorados a Rajoy y Cospedal. Aznar –y ahí se parece a González– jamás ha querido encarar ese desdoro, cuando constituye el mayor hándicap electoral del PP. Por supuesto, falta por su parte el más mínimo atisbo de petición de disculpas a la ciudadanía.

Si nos pusiésemos escrupulosos, todavía añadiríamos un punto más para el debate: ¿Contribuyó Aznar a evitar la escalada nacionalista, o más bien dio carrete al virus del pujolismo y mantuvo las cesiones que han ido debilitando la unidad de la nación?

Aznar habla y escribe. Normal y respetable. España puede beneficiarse de la visión de un estadista experimentado, que es además un ejecutivo cosmopolita de nivel. Algunos de sus consejos deberían ser seguidos por todos los partidos, como su advertencia sobre los riesgos de una deuda disparada, que compromete el futuro, o su énfasis en la necesidad de que España capte más capital para ganar músculo económico.

Pero cada momento tiene su afán. Si está ardiendo una casa, igual no es el día de poner a parir al jefe de bomberos. Las próximas elecciones son diferentes a todas las demás. Por primera vez, el turnismo constitucionalista entre PSOE y PP podría ser sustituido por la llegada al poder de una coalición de izquierdas dominada por los comunistas. Existen riesgos ciertos para la unidad de España, la economía de las clases medias y las libertades, empezando por la de expresión. Dados la lacerante debilidad del PSOE y el pequeño tamaño de Ciudadanos, el PP se ha convertido en el apoyo más sólido para mantener el orden constitucional y la normalidad de una economía de mercado. Por eso se equivoca Aznar cuando elige debilitar a su partido justo ahora, con unos aldabonazos de autohomenaje en los que probablemente pesa tanto abrillantar el propio ego como el patriotismo.

Además, un debate intelectual serio requiere claridad, y no pellizcos de monja envueltos en medias palabras. Si cree que Rajoy debe irse, plantee abiertamente su relevo y diga cuál es su alternativa. Si cree que el PP debe fomentar «la concordia y el diálogo» con PSOE y Ciudadanos, como dio a entender ayer (y es un deducir, porque no habla claro), ¿por qué no le explica a Rajoy desde su alto magisterio cómo puede «dialogar cordialmente» con quien le ha dicho catorce veces «no», o con quien ridículamente le exige desde sus 40 escaños que dimita pese a ganar las elecciones? Y ya puestos, por favor, en la próxima conferencia, alguna alusión al problema que de verdad mantiene tocado a su partido: la corrupción