Santiago González-El Mundo

Mi querida Lorena Parker, conocedora de alguna de mis debilidades, me alertó el sábado del tuit que había colgado el Ministerio de Defensa para loar a su titular. Se trataba de un perfil hagiográfico de Margarita, está linda la mar, publicado en La Vanguardia: «Una amante de la vida sana en Defensa» y el Ministerio retuiteó el halago. En la foto se veía a una sonriente Robles regando dos plantas en la terraza del Ministerio.

La sagaz Parker y otros tuiteros detectaron los errores de la foto: sacar a la terraza dos plantas de interior, potos, Epipremnum aureum, a las que no debe dar directamente el sol. El segundo error era regarlas; en la foto se ve que las macetas tenían dispositivo de autorriego. El tercero es que el Ministerio borrase el tuit, por inconveniente que fuera. A Nixon no se le habría ocurrido borrar las cintas del Watergate que acabaron costándole el impeachment.

Esto de Margarita, –ella me permitirá llamarla Marga–, es más leve, una anécdota que va constituyendo categoría con otras de su especie. El mismo día de la toma de posesión del Gabinete, el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, tuiteó desde su cuenta oficial: «Día de gran emoción! El Gobierno de @sanchezcastejon comienza a trabajar al servicio de los intereses generales de España». No como otros, debería haber añadido para completar el sentido a los más romos de sus votantes. Grande-Marlaska, ministro del Interior, también explicó en su cuenta de Twitter su emoción particular: «La emoción de un momento histórico!!! Empieza el Gobierno de @sanchezcastejon @desdelamoncloa Saludos desde @interiorgob».

Tengo escrito y creo que acreditado que el primer peldaño de la corrupción se baja al confundir lo público con lo privado y los citados son tres ejemplos claros. Luego vino Pedro con su perrita, correteando felices entre los parterres monclovitas, las gafas de Pedro, las manos de Pedro, la pasividad de Pedro ante la humillación del Rey por los golpistas catalanes, su complicidad con estos.

Y el mentís a lo dicho anteriormente. Al menos una docena de veces había prometido Pedro publicar la lista de los beneficiarios de la amnistía fiscal de Montoro que ahora se va a comer con patatas, por citar solo la última. «Basta ya de promesas incumplidas», decía este galán hace tres años, cuando prometía derogar la reforma laboral, otra que tal, mientras la ministra Valerio hace apenas dos semanas se mostraba convencida de que los bancos serán «solidarios» con el sistema público de pensiones y no repercutirán en los ciudadanos el impuesto que van a clavarles. Para derrotar al capitalismo nada mejor que ignorar cómo funciona. Y luego lo de la ministra Castor y los impuestos para sostener el gasto. Y lo de la portavoz. Y lo de la vicepresidenta Calvo, toda ella un error, como dijo Antonio Gala a Juan Cruz.

El tono lo pone Pedro, que escoge a todo su equipo a su medida y le da la televisión pública a Podemos. Hay alguno que podría dar más de sí, pongamos que hablo de Borrell, pero le pasa lo que a Katharine Hepburn cuando conoció a Spencer Tracy, tan bajito. «No es usted muy alto», dijo ella. «No te preocupes, Kate», respondió Mankiewicz, que los había presentado. «Él te pondrá a su nivel». Pues lo mismo ha hecho Pedro con Borrell.

No es sólo la incapacidad, sino el toque grotesco que llevan dándole a todo mes y medio. Pero la encuesta de EL MUNDO sitúa al PSOE como el partido más votado y a Sánchez como el líder más valorado. Como factor explicativo ayuda la demolición en que se ha empeñado el PP con sus primarias. Twitter, esa unidad mínima de pensamientos da la medida intelectual de España y del partido que gobierna. Antes, con los 140 caracteres, aún tenía un pasar, pero desde que lo han aumentado a 280 no ha ganado en profundidad y ha enfermado de literatura. El partido que más se parece a España, dicen. Seguramente sí.