España es García

EL MUNDO 14/04/17
BERTA GONZÁLEZ DE LA VEGA

HACE unos días, un García, Sergio, se puso la chaqueta verde de los campeones del Masters de Augusta. Tercer español en conseguirlo. Antes, lo habían hecho un Ballesteros y un Olazábal. Con ese apellido, sólo conozco a Severiano y a José María, pero casi todos llevamos un García antes de acabar la lista de los ocho primeros apellidos, por algo es el más frecuente, también en País Vasco y Cataluña. Todos tenemos algo de García, como Sergio, media vida hablando inglés para triunfar, ahora que en su tierra quieren quitarle la enseñanza de ese idioma a los padres que opten por el español para sus hijos, o sea, por darles alas.

No pudo Sergio, ya nunca más El Niño como promesa fallida, degustar la paella que empezó a preparar el asturiano José Andrés, 27 restaurantes en EEUU, en el jardín de la casa donde se reunían amigos y familia del golfista. Falló el butano para la paellera, falló Sergio el putt del 18 para ganar pero consiguió la victoria en el mismo hoyo, a muerte súbita. Hay que tener una gran fortaleza mental para sobreponerse a ese fallo y García agradece a Angela Aikins, su prometida, la mejora psicológica. Qué poco hablamos de ese poder blando femenino. La boda se celebrará por todo lo alto en Texas y el futuro suegro, figura importante del fútbol americano, anunció que habrá rodeo. O sea, habrá estética cowboy que, como siempre explica Borja Cardelús, no es otra que la de los vaqueros de las marismas de Almonte, nada que ver con la campiña inglesa. Vaqueros García.

El columnista David Brooks se lamentaba hace días en un artículo en el New York Times de la pérdida del relato común en EEUU, del pasar de la historia del éxodo a la libertad y la democracia al acento constante en opresores y oprimidos. Nosotros les ganamos en nuestro empeño por destruirnos, como ya advirtió Bismarck. Fuimos imperio bastante antes que EEUU, claro.

Los García son nuestro común denominador. Lo demás son esquinas oscuras de perdedores. Pese a la mayoría de los García, a su origen vasco, busquen ese apellido en las filas del nacionalismo vasco, catalán y valenciano. El racismo y el clasismo lo marginan. Pero los García triunfan por el mundo, no en su aldea. Meten putts en Georgia, escribieron poemas a Nueva York y, el año que viene, un cocinero llamado García, jefe de cocina del Augusta National, preparará la cena de los Maestros del golf en honor del campeón de 2017. Allá los que se quieran quedar con sus ocho apellidos raros, su pequeño idioma, la tribu. España es García.