Esperando a la mantis

EL MUNDO – 22/04/16 – SANTIAGO GONZÁLEZ

Santiago González
Santiago González

· Pedro Sánchez debe de ser el único español que aún no se ha enterado de que el verdadero adversario de su pretendido Pablo no es Rajoy, sino él, Pedro, en tanto que secretario general del mayor partido de la izquierda. Lo que Pablo pretende no es asaltar La Moncloa por el momento, sino Ferraz.

De ahí que ante las más que probables elecciones del 26 de junio, el hipermasculino Iglesias se apresta a revelar su lado hiperfemenino (mantis religiosa), comiéndose al partenaire durante la cópula. Primero será el pobre Garzón, a quien necesita para dar el sorpasso a Pedro y constituirse en el verdadero líder de la izquierda española. Echenique va a explorar el tema, aunque Alberto es tan flete como su vieja camarada (y antigua compañera sentimental de Pablo), TaniaVaciamadrid No Punto No Vamos A Entrar En Podemos. También se muere de ganas.

Lo que no se entiende es que este tipo, tan puntilloso para consultar a las bases su política de alianzas, vaya a abordar por derecho y sin consulta alguna cualquier alianza con IU. Recordemos que hace apenas una semana sometió a las bases dos preguntas sobre todas las opciones posibles: con el PSOE y Ciudadanos, o con el PSOE, En Comú Podem y En Marea. Las únicas opciones ausentes de la doble pregunta era una alianza con IU. Bueno, y con el PP.

¿Es realista el cálculo de que la suma de los votos de Podemos e Izquierda Unida volverá a superar al PSOE en 600.000? Puede que no, pero también podría ser que sí, aunque no parece que afloren muchos nervios en el socialismo, cosa que en un partido con algunas reservas de racionalidad sólo podrían explicarse porque estuvieran más interesados en cambiar de secretario general que en mantener el liderazgo de la izquierda.

No parece que Sánchez esté nervioso, pese a haber ignorado escrupulosamente la inexorable advertencia de Nicolás Redondo: «Si jugamos a Podemos, gana Podemos». Ayer, mientras escribía estas líneas, Pedro Sánchez seguía tuiteando su despecho a Pablo: «Hoy podría haber un Gobierno que recuperara la sanidad universal o los convenios colectivos (prueba evidente de que no distingue entre copulativa y disyuntiva, ¿las dos cosas no?) y todo depende de una persona, no de un partido».

Pudo haberse dado cuenta de dónde tenía el peligro, pero se ha limitado a lamentar su falta de colaboración para echar a Rajoy. Cada esfuerzo de Pedro para ensanchar sus tragaderas ante los desplantes y las burlas de Pablo ha servido para encumbrarlo y legitimarlo un poco más.

Ayer mismo, Iglesias arremetió en la Complutense contra un compañero de El Mundo, Álvaro Carvajal, gran tipo y excelente periodista, acusándolo de criticar a Podemos para medrar y dejando asomar el bichito totalitario que lleva dentro: «Veo miedo en los ojos de los periodistas». Por una vez, los colegas mostraron un legítimo orgullo corporativo y plantaron al bocazas. Me inquietó el silencio de Pedro, ni un tuit sobre el asunto hasta última hora de la tarde y sin citar a su Pablo para no ofender. No habrá comprendido aún que las diferencias de un partido reformista con Podemos no son de matiz, sino de esencia.

EL MUNDO – 22/04/16 – SANTIAGO GONZÁLEZ