Estrellados

DAVID GISTAU – ABC – 24/05/16

· El PP necesita recuperar los miles de votos que antaño le pertenecieron pero que mudaron a Ciudadanos.

Ahora que las emociones patrióticas han de haberse serenado, tal vez sea posible interpretar el episodio de las banderas en la final de Copa como lo que fue: el primer acto de campaña electoral del PP. Que ha salido mal, muy mal, hasta el punto de haber dejado acabada sin remedio la carrera del peón sacrificado, Concepción Dancausa, que tuvo que comerse el marrón y apechugar mientras a su alrededor los cerebrines políticos del desaguisado se daban mus.

A lo largo de la legislatura, hubo otras ocasiones en las que el Gobierno trató de instrumentalizar un cargo para arrojarlo en paracaídas sobre Birmania con un diente hueco lleno de cianuro. Basta recordar las presiones que sufrió el anterior fiscal general después del falso referéndum del 9-N, cuando Rajoy decidió modificar de un día para otro su estrategia contemplativa y apaciguadora porque se sintió engañado por Mas.

El recuerdo del 9-N, por cierto, así como de todos los momentos Inoxcrom de Mas que no inspiraron reacción alguna ni alteraciones en las largas sesiones de yoga ibérico del Estado, ahondan la sensación de que el fervor prohibicionista de las banderas fue una sacada de músculo a destiempo. Aquí sería pertinente volver a utilizar, por enésima vez, la anécdota del mozo de estoques que viajó en tren de Sevilla a Madrid y a quien la locomotora soltó un bufido en el andén de Atocha: «Esos cojones, en Despeñaperros». Siendo Despeñaperros el 9-N y el episodio de las banderas el bufido en el andén.

¿Por qué bufar ahora, condenándose además al fracaso por la imposibilidad de cumplir una tarea autoimpuesta? (O es que íbamos a coser a porrazos cualquier gradería en la que asomara una bandera y a dejar despelotado a todo aquel que la llevara como camiseta). Ocurre que, ahora, el PP necesita recuperar los miles de votos que antaño le pertenecieron pero que mudaron a Ciudadanos. Muchos de esos votos cambiaron de siglas precisamente porque vieron en Ciudadanos un dique de contención contra el independentismo más lleno de determinación que el PP.

Por eso, hoy Inés Arrimadas es en Cataluña la jefa de la oposición constitucionalista mientras que con Albiol nos acordamos de que existe sólo porque es muy alto. Las banderas estrelladas fueron el pretexto para tratar de enviar el mensaje a los votantes perdidos de que también en el PP hay hombres de acción, no sólo letargos marsupiales.

Para ello, hubo que arrasar algunos principios relacionados con la libertad, potenciar la mueca totalitaria, averiar a Dancausa y manipular a unos cuantos miles de españoles de buena fe, con sentido patriótico y una razonable hartura ante las agresiones a sus símbolos por parte del nacionalismo, pero que tendrían que haberse concedido un par de minutos para pensar en frío en qué lío los estaban metiendo y cuál era el interés auténtico de quien lo montó. No es recomendable saltar sin más cuando alguien toca la corneta y grita patria, ni aunque vaya a ser tachado de traidor todo el que no acuda.

DAVID GISTAU – ABC – 24/05/16