Exceso de confianza

ABC 03/05/16
IGNACIO CAMACHO

· La gran coalición es una entelequia. Las nuevas elecciones se resolverán en la vieja dialéctica entre izquierda y derecha

SI el 26 de junio se repite, escaño arriba o abajo, el resultado de diciembre, España tendrá en verano un Gobierno de coalición de izquierdas. Lo promoverá Pedro Sánchez postulándose como candidato en la misma noche del recuento para evitar que los barones socialistas consumen su defenestración, y lo negociará si es menester con los nacionalistas antes de que los suyos puedan volver a ponerle condiciones. Decaído el pacto entre el PSOE y Ciudadanos, en las próximas elecciones ya no funcionará el cambio de ejes de la nueva y la vieja política. Aunque haya cuatro partidos en liza, y no dos, volvemos a la confrontación de izquierda contra derecha, la dialéctica de toda la vida.

La gran coalición es una entelequia en la que sólo creen Rajoy, algunos empresarios del Íbex y ciertos líderes de opinión que desconocen el pensamiento izquierdista. La impide la existencia de una fuerza potente que le disputa el espacio ideológico y político a la socialdemocracia. Mientras Podemos conserve capacidad de intimidación, el PSOE no firmará ningún acuerdo de investidura con el PP porque se jugaría su supervivencia entregando la oposición a los radicales populistas. A lo más que podría llegar es a abstenerse, pero para eso tendrían que cumplirse varios requisitos. El principal, que quedase tercero y no segundo, lo que supondría el relevo de Sánchez y un feroz debate interno sobre la conveniencia de aupar al poder a Pablo Iglesias, escalofriante hipótesis para el futuro no ya del socialismo democrático, sino de España como proyecto de convivencia.

Sin embargo, hay en el centro-derecha una especie de exceso de confianza en que tras el fracaso de la intentona sanchista ha quedado conjurado el riesgo de un Gabinete multipartito, regresivo para la consolidación económica y alarmante para el modelo de Estado. No existe ningún indicio objetivo que avale esa sensación de alivio; el marianismo permanece estancado en las encuestas, aunque con mínima tendencia al alza; el comportamiento electoral de C´s vuelve a ser una incógnita y ambas fuerzas sumadas –suma que no deja de resultar un voluntarismo apriorístico– no garantizan una mayoría solvente. La probable confluencia de Podemos con IU puede rebañar muchos restos decisivos en el reparto de escaños. El PP no rebasa la barrera del 30 por ciento ni de los 130 diputados y tiene dificultades para reagrupar el voto. La derecha sociológica ha sufrido un susto, pero no acaba de interiorizarlo. Más bien tiende a creer que lo peor ha pasado.

Ese estado de autosugestión optimista es lesivo para el moderantismo porque no está respaldado por datos realistas. Las elecciones de junio se decidirán por márgenes mínimos. La izquierda ha venteado el poder y se siente dispuesta a asaltarlo. Nadie le va a ganar con la gorra, y menos que nadie un Rajoy desgastado que ha salvado un match ball pero sigue siendo un jugador exhausto.