Experimentos criminales

ABC 17/02/17
HERMANN TERTSCH

· El chavismo ha sido tan criminal como el más cruel experimento médico con seres humanos

FELIPE González y José María Aznar son dos expresidentes del gobierno español cuyas biografías han estado en violenta colisión durante muchos años. Que se han dicho cosas irreparables en la relación humana. Y que no se aprecian nada. Pero ayer hicieron una rarísima aparición pública juntos que les honra más por lo mucho, como todos saben, que a ambos les cuesta. Comparecieron ante los medios para hacer una dura denuncia coincidente con el tercer aniversario del encarcelamiento del dirigente opositor venezolano Leopoldo López. Pero no se trata solo de denunciar una condena grotesca a 14 años por unos crímenes que cometió la propia dictadura. Y recordar a los más de cien presos políticos que sobreviven a las torturas y al aislamiento en sótanos y mazmorras de la policía política. El régimen chavista ha destruido Venezuela. Y la está matando. Son 30.000 los asesinatos el año pasado. En España no llegan a 400. Los efectos letales y devastadores del experimento social iniciado en 1999 por Hugo Chávez son comparables a los de una larga y cruenta guerra en la que la población está en primera línea de fuego, mientras el enemigo gobernante saquea, trafica y roba.

La tragedia de Venezuela no es una catástrofe natural. El hambre de los niños que se pelean por comer restos de basura, los viejos y enfermos que mueren por falta de medicamentos, los cadáveres baleados hacinados en las morgues tienen un origen y culpables. El causante es el experimento social llamado «socialismo del siglo XXI» auspiciado por los Castro y liderado por Chávez. Gracias al inmenso caudal de dinero del crudo venezolano, triunfante a principios del milenio como nueva versión del proyecto comunista quebrado en Europa y Rusia en 1989. Hoy sus puntales son La Habana, Caracas y las FARC colombianas. Una Colombia de las FARC es necesaria. Venezuela colapsa y el petróleo ya no es la materia prima que nutre el proyecto. Ahora es la cocaína. El proyecto criminal se enfrenta también a Donald Trump que parece dispuesto a combatirlo como no hizo su antecesor. Hace aguas, pero su daño ha sido infinito. El experimento chavista ha sido tan criminal como el más cruel experimento médico con seres humanos. Y nos atañe especialmente porque tiene además culpables españoles. Son el grupo de comunistas que fue a ayudar a Chávez a convertir su administración en un aparato de poder comunista y a cambio recibió dinero para una franquicia del experimento en España. Con un aliado de Chávez muy hostil a Occidente que es Irán. El proyecto común de Irán y Venezuela en España ha tenido éxito: 67 diputados a la primera. Pero no el éxito total con que soñaba su jefe para después de las elecciones de junio del 2016. Creía que iba a gobernar. No lo harán de momento. Al menos mientras no colapse la ficción de estabilidad que genera la parálisis política bajo Mariano Rajoy. Pero lo cierto es que, protegida y mimada por el gobierno del PP que la usa para dividir a la oposición y amedrentar a los españoles, la franquicia comunista tienen cinco millones de votos de españoles a los que no molesta su vínculo con la tortura, la detención de opositores y el experimento social que llevó a la catástrofe de hambre y muerte. Aznar y González llamaron ayer a la liberación de los presos y de toda Venezuela de las garras de aquel proyecto ideológico criminal y fallido. Pero implícitamente también denunciaban la miseria moral que supone el apoyo político a quienes, si pudieran, condenarían a sus enemigos a la suerte de Leopoldo López o a la de los cadáveres anónimos en la morgue de Caracas.