Felipe VI encara la ‘nueva realidad’: gestos de Podemos, el desafío catalán y la corrupción

EL CONFIDENCIAL 18/11/16

· El Rey inauguró oficialmente la XII Legislatura con un discurso que abordó los puntos calientes de la actualidad española, enfrentándose a las novedades políticas de la mano de Podemos

Cuando faltaba media hora para que los Reyes llegaran a la Cámara Baja para presidir la sesión solemne de apertura de la XII Legislatura, el diputado de Unidos Podemos Diego Cañamero aparecía en el patio del Congreso con una camiseta que decía ‘Yo no voté a ningún rey’. Pasadas las 12 de la mañana, Felipe VI, la reina Letizia y sus dos hijas accedían al hemiciclo por la puerta de los leones —reservada a ocasiones muy puntuales—, y un senador de Izquierda Unida desplegaba una bandera republicana en su escaño del gallinero —al fondo del todo— mientras el monarca comenzaba su intervención desde la tribuna. Anécdotas y gestos sin precedentes en una nueva etapa política que quedó oficialmente inaugurada este jueves en el Congreso más dividido y polarizado que se recuerda.

Felipe VI pronunció su discurso más político de este último año, en el que el monarca ha ido midiendo sus palabras en busca de que se resolviera la “crisis de gobernabilidad” que ayer mismo mencionó, haciendo, eso sí, continuas referencias al diálogo que el momento requiere entre las distintas fuerzas para llegar a acuerdos. Abordó todos los puntos calientes de la vida pública, refiriéndose a muchos de ellos sin paños calientes, como no había hecho antes. La corrupción fue uno de ellos, “que ha indignado a la opinión pública de todo nuestro país” —afirmó—, para pedir después a todos los dirigentes que la combatieran “con firmeza”. En esa misma línea, el Rey hizo un llamamiento a la “regeneración de la vida democrática” como garantía de cohesión en la sociedad, e insistió en la regeneración moral en las instituciones que tan denostadas han quedado en los últimos tiempos por culpa de continuos escándalos de corrupción.

El desafío independentista en Cataluña, en un segundo plano durante el largo proceso electoral desde diciembre de 2015, retomó la fuerza habitual en los discursos del Rey para lanzar un mensaje claro a los partidos independentistas y a la propia Generalitat, que avanza hacia el proceso de desconexión: “España no puede negarse a sí misma tal y como es, no puede renunciar a su propio ser y no puede renunciar al patrimonio común construido por todos”. Toda una declaración de intenciones ante los ojos atentos de los diputados del Partit Demòcrata Català —la antigua Convergència—, que prefirieron no aplaudir durante las largas ovaciones al Rey.

Tampoco dudó el Rey en recordar el necesario “respeto y observancia de la ley y las decisiones de los tribunales” como mayor garantía de la democracia, en mitad del particular conflicto entre los dirigentes del Govern presidido antes por Artur Mas y ahora por Carles Puigdemont y su desobediencia al Tribunal Constitucional en las sentencias sobre la consulta soberanista. 

Y como no podía ser de otra manera, el monarca volvió a recordar a sus señorías que el “pluralismo político” nacido de las urnas requerirá de “diálogo permanente y debate constructivo”, poniendo en valor la “generosidad” demostrada anteponiendo “los intereses generales” para acabar con el bloqueo. Palabras que se interpretaron en gran medida como un mensaje a los socialistas, clave para desencallar la situación de interinidad de casi un año. 
 

El Rey no reparó en la falta de aplausos de las bancadas de Unidos Ponemos, PNV o PDECat, a los que agradeció —como al resto de grupos que lo hicieron— haber participado en las consultas de Zarzuela para buscar un candidato a la presidencia —el procedimiento constitucional enmarcado en el artículo 99—. A ellos transmitió su “agradecimiento, respeto y consideración”. ERC y Bildu se quedaron fuera del discurso y de la Cámara Baja, tras decidir no acudir al acto de apertura de las Cortes, como tampoco participaron en las consultas, ni en el Día de la Constitución el pasado año, ni en el Día de la Fiesta Nacional el pasado 12 de octubre.

Un Congreso dividido
El Congreso estuvo dividido, aunque predominaron los aplausos. El Rey fue recibido entre palmas por la mayoría de la Cámara, los mismos que interrumpieron su discurso en una ocasión y, sobre todo, le despidieron con una sonada ovación de un par de largos minutos. La evidente polarización de la Cámara, eso sí, se hizo notar con la simple imagen: fuertes aplausos a un lado y cuerpos en pie en el otro con los brazos estirados y caras serias, excepto los dirigentes de Izquierda Unida, que prefirieron incluso permanecer sentados. 

A inicios de esta semana, los partidos más críticos ya hacían su declaración de intenciones de cara a la apertura solemne. ERC y EH-Bildu anunciaron que no acudirían, y los diputados de Unidos Podemos afirmaron que ocuparían sus escaños para el acto, evitando el resto de actos protocolarios. Al final hubo un cambio de guion y los miembros de la Mesa del Congreso —Marcelo Expósito y Gloria Elizo— sí estuvieron en el recibimiento oficial de los Reyes a la entrada de la puerta de los leones, no así en el besamanos al término del acto, como ninguno de los 67 diputados.

Felipe VI firmó uno de sus discursos más determinantes desde el comienzo de su reinado, e inauguró finalmente la XII Legislatura tras casi un año de procesos electorales, poniendo fin al periodo más complejo desde que fue proclamado Rey en junio de 2014. El monarca aprovechó para reafirmar los compromisos que adquirió precisamente el día de su proclamación en la misma Cámara y apeló al “espíritu de renovación” con que él enfrentó la nueva etapa que entonces comenzaba y con que deben enfrentarla sus señorías a partir de ahora.