Ferraz: tarde para la ira

EL MUNDO 22/05/17
JORGR BUSTOS

La paz está sobrevalorada. El futuro también. El militante no ha venido a traer la paz, sino la guerra, y no tiene ningún interés en garantizar el porvenir sino en ajustar cuentas con el pasado. Porque eso es lo que se ventilaba en las primarias socialistas: el cuarto cerrado del Comité de octubre donde se corrompía un cadáver insepulto. Lo dejaron tanto tiempo ahí que terminó levantándose y echando a andar. Y metiéndole 10 puntos a la autora del crimen. Porque así es como ha decidido ver a Susana –un funeral en los ojos traía ayer a la sala de prensa– la mayoría de la militancia. Si el futuro es dudoso, si hemos de morir, al menos moriremos con las culpas repartidas y las afrentas vengadas.

Con el retorno de Sánchez el PSOE se asegura de que tiene todo el pasado por delante. Con una salvedad: don Pedro es un político tan tornadizo que nadie puede pronosticar su próxima encarnación. Sus votantes piden guadaña, pero en Ferraz cundía anoche la opinión de que manejará la revancha con prudencia. Ya es tarde para la ira: todo apuntaba que cubrir el PSOE dejará de pertenecer al periodismo de sucesos. Ahora Pedro enterrará la chupa de rebelde y desempolvará la camisa socialdemócrata. Escabechará algunas cabezas orgánicas –tiene que dar carnaza a los suyos– y removerá cargos del grupo parlamentario, pero pactará la no agresión con los barones. Se equivocaría Iglesias si madrugara el entusiasmo: Sánchez no se ha arrancado los hilos del aparato socialista para acabar supeditado a la ambición de su competidor populista. No presentará una moción que no tenga atada. Rajoy puede llegar a 2019 con sus socios presupuestarios. Eso decepcionaría mucho a los que han repuesto furiosamente a Pedro en el trono de Ferraz, pero no podrán alegar que desconocían la cintura líquida de su ídolo.

Claro que ayer, a última hora de la tarde, los eufóricos militantes congregados a la puerta de la sede no estaban para cálculos. Cantaban: «¡Se nota, se siente, Pedro presidente!» –que ya es euforia–, «¡No es no!», luego «¡Sí es sí!» y por último, ya desatados, La Internacional, puño en alto. Era aquella la euforia de los nostálgicos –muchos entrados en la sesentena–, que contrastaba con la promesa de modernidad de su candidato. Da lo mismo: nadie les estropeará estas dulces horas de satisfacción servidas en frío que sólo reporta la venganza.

Pedro Sánchez, acompañado de su mujer, llegó en coche a Ferraz y se metió furtivamente en el garaje. Horas después comparecía sonriente, se dejaba ver y tocar como si su mero contacto causara el cambio en La Moncloa. Seguramente nunca se sintió dueño de la Secretaría General durante los dos años anteriores al Comité de octubre, con la silla permanentemente meneada desde el sur por la misma mano que lo había colocado.

Ayer hizo su entrada en la sala de prensa como secretario general autónomo, verdaderamente poseído de su condición, pues la ha ganado combatiendo. La corrupción del PP y su política de pactos alternativa –que volvía aún más superflua la abstención socialista a ojos de la militancia– ha sido la gasolina que ha empujado su cabalgada. Anoche todos los agradecidos residentes en Madrid disponían de tres foros para desahogarse a gusto: el Calderón, la Cibeles y el coche de Pedro Sánchez. Donde finalmente han cabido muchos más pasajeros de lo que parecía. Otra cosa es que sepan adónde se dirigen.