Férrea alineación del PP ante las elecciones generales en 2018

EL CONFIDENCIAL 13/02/17
JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS

· Después de este congreso, el partido se alinea con Rajoy, evita cualquier debate divisivo y remite la primera fase de su renovación a las asambleas territoriales

El 18º Congreso del PP ha sido de cohesión y de transición. De cohesión para afrontar unas muy posibles elecciones generales en 2018, y de transición porque, al mismo tiempo que se ha consagrado sin sombra de duda el liderazgo de Mariano Rajoy, su candidatura en los próximos comicios legislativos será la última, aunque podría ser el presidente del Gobierno más duradero con González: empezó en diciembre de 2011 y podría continuar hasta 2022.

Rajoy ha tomado tres decisiones estratégicas:

1) Ha designado el equipo de dirección del partido manteniendo los equilibrios de poder con el Gobierno (Cospedal-Sáenz de Santamaría) introduciendo un peón de brega de su confianza: Martínez-Maillo.

2) Ha logrado dejar sobre la mesa el debate de los aspectos más conflictivos: la maternidad subrogada y el aborto. También ha obviado la acumulación de cargos y la repetición de mandatos.

3) Ha lanzado una consigna: todos los congresos territoriales —regionales y municipales— tienen que estar celebrados antes del verano.

Con estas medidas, el PP afrontará las elecciones de 2018. Pero lo hará no sin antes tratar de que quede claro que será el PSOE el que no permita la aprobación de los Presupuestos ni de este ejercicio ni, previsiblemente, del próximo, y después también de que en Cataluña se hayan celebrado elecciones y, quizás, un intento de nueva consulta que los más arriesgados consideran debe ser simultánea a los propios comicios al Parlamento catalán. No obstante, el Gobierno va a presentar los Presupuestos y a tratar de negociarlos con el PNV.

El PP, después de este congreso, y tras la intervención de la reelegida secretaria general (un acierto) María Dolores de Cospedal, pidiendo perdón por la corrupción, amortizada ya por su electorado efectivo y potencial, se alinea férreamente con Rajoy, evita cualquier debate divisivo y remite la primera fase de su renovación y de emergencia de nuevos liderazgos a las asambleas territoriales. Serán fundamentales las de Madrid (Cifuentes), Galicia (Feijóo), Castilla y León (la alternativa a Juan Vicente Herrera es el abulense Pablo Casado) y Andalucía (Juan Manuel Moreno ha sido punta de lanza de la vicepresidenta contra María Dolores de Cospedal y se la ha jugado con poca perspicacia). Otros dos congresos territoriales serán cruciales: el País Vasco y Cataluña. En Euskadi, está Alfonso Alonso, que es un valor seguro para Rajoy, pero en Cataluña, García Albiol es manifiestamente mejorable.

Las elecciones generales se perciben como inevitables, y no solo por la resistencia del PSOE

Las elecciones generales se perciben como inevitables, no solo por la resistencia del PSOE, que está volviendo al ‘no es no’, sino también por la oportunidad de enfrentar al electorado de izquierda ante un Podemos abierto en canal después de su Vistalegre II, que ha consagrado las tesis más radicales a través de las propuestas de Iglesias. Sin la templanza —relativa, pero templanza— de Errejón, la opción de Podemos tiende a reducirse, y más lo hará si el PSOE juega sus bazas en el centro izquierda y supera sus banderías.

A Mariano Rajoy todo le ha salido bien. Y ha enviado los mensajes de la campaña de 2018:

1) Unidad de proyecto.

2) Unidad de propósito.

3) Ética de la prudencia.

4) Aventura de la serenidad.

Y, como resultado, eficacia en la gestión. El aparato digestivo del partido —y de su presidente— ha demostrado que engulle cualquier episodio negativo sin provocar úlcera alguna, y ha acreditado que en el reino de los ciegos, el tuerto es el rey.

Su ‘stopping’ más que su ‘timing’, se ha vuelto a imponer.