Francia, en pedazos

EL MUNDO 03/05/17
F. JIMÉNEZ LOSANTOS

EN CUATRO días, los franceses no van a decidir la suerte del resto de Europa, que no depende solamente de ellos, sino la de Francia, que está sólo en sus manos pero afecta a todos los europeos, empezando por España. Lo de Europa podríamos medio arreglarlo entre varios. Lo de Francia, si se rompe, no hay quien lo arregle. Sin embargo, la información sobre Francia es escasísima si la comparamos con la de las elecciones en los USA. Será el desconocimiento del idioma francés en las nuevas generaciones, que no por casualidad coincide con el desconocimiento del idioma español; será quizás la patología tercermundista anti-USA, que reina en el periodismo actual; o será una mezcla de ambas. En todo caso, lo que aquí se lee, oye y ve sobre Francia no sale del mantra-vudú contra Trump y el populismo de derechas.

Pero lo que hemos visto en la primera vuelta de las presidenciales y vuelve a verse en vísperas de la segunda es la fuerza de un populismo de extrema izquierda calcado del de Podemos aquí, parecidísimo al de Le Pen allá y semejante al de Trump acullá, que iguala el apoyo del populismo de derechas y comparte el mismo proyecto de voladura de la Unión Europea. Y aunque este domingo ganara Macron, que no es seguro, va a afrontar lo que Albiac llama la tercera vuelta, las elecciones a la Asamblea Nacional del 11 de junio, sin partido detrás: ayer, sólo tenía 14 candidatos de 577.

Lo grave es que el discurso antieuropeo, anticapitalista y antiliberal se ha hecho en Francia no ya dominante sino, con unos medios tan progres como los de aquí, aplastante. La última llamada de Le Pen al votante de Mélenchon –que, en parte, era del FN– se basa en lo muchísimo que les une: salir de la UE, el euro, la OTAN, Schengen y los acuerdos de libre comercio; mantener la jornada de 35 horas; subir las pensiones y los sueldos a los funcionarios; privilegiar proyectos locales de infraestructuras; bajada de impuestos por debajo de 4.000 euros, subida generalizada al resto.

Ni Francia ni ningún país rico sobreviviría a este programa que, pese a todo, apoya medio electorado. Los extremismos de derecha e izquierda acarician la posibilidad de llegar al poder haciendo pedazos la estructura política existente. Y eso, tan popular y mediáticamente desprestigiado, es lo que representa Macron. No sabemos por cuánto tiempo.