Frente antimariano

SANTIAGO GONZÁLEZ – EL MUNDO – 11/07/16

Santiago González
Santiago González

· Al oír a la baronesa Armengol contradecir a Felipe González e insistir en que Pedro Sánchez debe optar a la investidura si Rajoy fracasa en el intento (y de eso ya nos vamos a encargar nosotros) a uno le llama la atención la osadía, ¿quién coño es Francina Armengol?

Gentes como Armengol y Miquel Iceta, afectadas por lo que Lambán llamó «la tramontana», se reunieron el sábado en el Comité Federal del PSOE con sus compañeros y llegaron a un acuerdo básico: todos quieren decir no a Mariano Rajoy, aunque no todos, ni siquiera la mayoría, quieren decir sí a Pedro Sánchez. No es que estén por la tarea de aupar a Pablo Iglesias y menos, si cabe, a Albert Rivera. Es que si ya fracasaron cuando el candidato Rajoy sacaba 33 escaños de ventaja al suyo, ¿cómo va a ser posible ahora que le lleva 52?

A uno ya no le sorprende que las trillizas de oro del periodismo sigan tirando de ese carro, manejando tan caprichosamente sumandos heterogéneos. Tampoco que haya tanto adepto de la idea de que el bipartidismo ha muerto para dar paso a un frente que aglutine a todo el antimarianismo español. «No a Mariano» parece una pancarta razonable para un personaje de Forges, pero uno no acaba de ver ahí un programa de Gobierno. La inquina está alimentada por un aliento frentepopulista.

Lo que sí sorprende es que en contra del sistema estén, por una parte, una de las dos patas en que se apoya el bipartidismo, el PSOE, y por la otra, Albert Rivera, que estaba llamado a ser bisagra, una función incompatible con el veto a ninguna de las dos grandes opciones. Porque veto de Rivera hubo, pese a su desmentido actual. Luego ya, su preferencia por Sánchez frente a Rajoy es otra historia, pero para gustos están los colores. Ciudadanos dejó de ser bisagra para ser todo lo más, el picaporte.

Éste fue su error básico de toda la legislatura breve. En la que se avecina amenaza con otro, que le sigue emparentando con el PSOE: el de creer que la oposición es un destino, una misión, y no sencillamente el lugar en que te han colocado los ciudadanos por falta de votos suficientes para gobernar. Si Rivera hubiera entendido los resultados del 26-J, se habría lanzado a pedir una entrevista al ganador. Si los hubiera entendido el PSOE, aceptaría resignadamente su puesto en la oposición y aprovecharía los próximos meses para quitarse las tonterías, definir el proyecto y elegir una dirección competente si la hubiera.

Uno entiende que Unidos-Podemos pudo haberles dado miedo antes del 26-J, pero su fracaso electoral es tanto mayor que el suyo y en cuanto a crisis y desorientación andan parejos. Los chicos Ferraz no deberían obsesionarse con los chikos del maíz para no incurrir en razonamientos tan mazorrales como el del Frente Anti Pedro, formado por Podemos y el PP.

El copyright se lo deben a una fenómena de la política vasca, Idoia Zenarruzabeitia, que fue vicepresidenta de Juan José Ibarretxe. Ella creía, probablemente de buena fe, que la tarea de aprobar los presupuestos por ella elaborados era un cometido muy principal de la oposición y la unanimidad en su rechazo era frentista: «No al acuerdo y al abrazo entre los que ilegalizan (PP y PSE) y los que van a ser ilegalizados» (Batasuna). No sabía la pobre, como Sánchez, que una cosa es elegir aliados y otra coincidir en la oposición. Los rechazos no son siempre homogéneos. Lo decía Rafael el Guerra, cuando le preguntaba un amigo por cómo había recibido el público determinada faena suya: «Con división de opiniones: unos en mi padre y otros en mi madre».

SANTIAGO GONZÁLEZ – EL MUNDO – 11/07/16