Fuera de foco

ABC 28/09/16
IGNACIO CAMACHO

· Feijóo ha ocupado el escenario lo justo para que su triunfo no resulte antipático. Misión cumplida y mutis por el foro

Aun hombre del talante discreto, pura galleguidad, de Núñez Feijóo no le habrá venido mal que el atronador ruido de la crisis del PSOE haya opacado tan deprisa su resonante victoria. España, la envidiosa España de siempre y la convulsa España actual, no es un país en el que convenga destacar demasiado, sobre todo demasiado pronto. Al presidente gallego apenas le duró una mañana el protagonismo de su arrollador éxito, nada menos que la primera mayoría absoluta en tiempos del multipartidismo. Un triunfo, como dice Gistau, propio de aquella época inexplicablemente anatematizada en que la gente se acostaba en la noche del recuento sabiendo quién iba a gobernar. Es probable, sin embargo, que esa volatilidad de su primer plano le haya resultado cómoda al gran vencedor del domingo, en la medida en que lo ha retirado del foco de una opinión pública que inevitablemente se habría centrado en las especulaciones sucesorias del PP de no haber irrumpido de forma tan abrupta el fragor de la guerra civil socialista. Feijóo ha ocupado el escenario durante el rato justo para no resultar antipático en esta política de ojerizas, traiciones y enconos. Misión cumplida, aplausos breves y mutis por el foro.

Pero lo hecho hecho queda. La mayoría gallega es un capital de enorme valor en el mercado de futuros del centro-derecha. Y su artífice se acaba de convertir en un referente de primer grado: un político capaz de garantizar que Rajoy tiene recambio. El silencio oficial del PP, apiñado en torno a su líder, oculta la inquietud de que el horizonte del posmarianismo se precipite en caso de desalojo brusco del poder a manos de una coalición frentepopulista. Y en todo caso a nadie se le escapa que la reelección presidencial abocaría a una legislatura corta en la que el partido tendría que afrontar necesarias decisiones renovadoras. El primero que está ya tranquilo es el propio Rajoy, que dispone en la reserva de un relevo a su medida, ungido además en las urnas por las que aún no ha pasado la aspirante Sáenz de Santamaría.

El gran peligro para Feijóo consiste precisamente en una exposición excesiva en la que pueda chamuscarse su fotografía. Ya sufrió tiempo atrás maniobras de desestabilización de autoría desconocida, y es lo bastante experto para saber que esta clase de ataques proceden casi siempre de las propias filas. Bajo la balsámica unanimidad aparente del partido no es difícil detectar movimientos estratégicos y trampas que ya han engullido algunas ambiciones, como las de Gallardón o Soria, poco disimuladas; el delfinato, siempre aplazado, del presidente ha de forjarse conviviendo inadvertido entre tiburones y pirañas. Por eso al flamante triunfador gallego le conviene apartarse de panegíricos y palmadas. La discreción cuadra con su carácter y en los próximos meses, refugiado en su Barataria galaica, costará saber si sube o baja.